Hace unos blogs les escribí tres cosas que aborrece Dios. Y todavía siento como algo muy fuerte escribirles lo que hay en mi corazón sobre este tema: la verdad. Creo que todos sabemos que es importante decir la verdad. Quizá desde pequeño te han enseñado a decir la verdad en todo momento, pero quiero decirte que por la caída del ser humano y la naturaleza pecaminosa que tenemos, la mentira está en nuestro corazón. Tal vez en algunos podría estar más arraigada que en otros, pero independientemente si te cuesta o no decir la verdad, la mentira la tenemos y la debemos rendir ante Dios.
Yo me recuerdo muy bien el día que la mentira fue arrancada de mi vida, y literalmente me dolió muchísimo. No sé si ya se los había contado en otro blog, pero me va a servir ilustrártelo nuevamente. En el colegio donde estudié, todos los bimestres enviaban un reporte a casa antes de los exámenes finales para que los papás estuvieran enterados de cómo iban los alumnos en cada materia. Recuerdo que no iba bien en tres clases y me daba temor enseñarles las notas de esas clases a mis padres, por el regaño o castigo que me podían dar.
Entonces tuve la pésima idea de pedirle a una mi amiga que me falsificara la firma de mi mamá en los reportes. Y eso hice, según yo, mis papás nunca se iban a enterar de esos reportes y me iba a aplicar más para aprobar todas las clases. Pero no, como toda la verdad tarde o temprano sale a luz, mi verdad no tardó mucho en salir a luz.
Unos días después que entregué esos reportes, mi mamá se puso a buscar un lapicero en mi mochila. Estaba bastante estresada porque ese día era el cumpleaños de mi hermano y ya íbamos tarde a la celebración. Cuando de repente se topa con una copia de los reportes, los abre y se da cuenta que no era su firma. Me voltea a ver y sin preguntar nada, me pide que suba al cuarto. Escucho los pasos y sé que se dirige al mueble donde está el “chicote”. Lo saca y me empieza a corregir con mucho enojo.
Me dolió muchísimo, pero les puedo decir que sirvió la corrección. Después que me corrigió pensé, —si yo le hubiera dicho la verdad, esto no hubiera sido la consecuencia. Estoy segura de que habría sido menos. Y desde ese momento no me gusta la mentira. Siempre digo que se puede trabajar con base en la verdad.
No sé, si en este momento tú tienes cosas ocultas en tu vida. Quizá estás siendo infiel con alguien más y crees que vas a poder sostener la mentira ante tu pareja, posiblemente te endeudaste y nadie más sabe, tal vez tienes que decir algo en tu trabajo, que aún no has dicho. Incluso, si no les has confesado algo a tus papás o a tu pareja. Y que tal, si tienes algún vicio escondido o eres una persona que exagera cosas para encajar o sencillamente, te da por mentir a cada rato.
Sin importar por lo que estés pasando, quiero decirte que la mentira siempre se llega a saber; la verdad te hace libre y Dios quiere que camines en Su verdad. Es de valientes hablar con veracidad y vale la pena no distorsionar la verdad, aunque cueste y traiga consecuencias. Te animo a que reflexiones si estás caminando en la verdad y que el Espíritu Santo la muestre siempre en tu vida.
Por: Melissa de Luna