Todos nacimos en una familia distinta con un elemento común: no fue elegida por nosotros. Fuimos puestos en ella. Por esa razón tu familia puede convertirse en un hogar o hacerte sentir que careces de uno. De cualquier forma, la familia siempre será ese hierro que aguza hierro.
Las historias de la Biblia toman lugar dentro de familias, algunas muy particulares. Encuentro que constantemente hay problemas relevantes y difíciles de asimilar. En algunas hay favoritismo de padres hacia hijos, envidias y hasta intentos de asesinatos entre hermanos, historias de infertilidad, engaños… Y así podría continuar describiendo los problemas de raíz que encontramos en dichas historias.
Creo que lo anterior es fácilmente explicado al entender que las familias están formadas por humanos imperfectos; y no quisiera que esto pueda ser usado como una justificación a conductas desordenadas. Sin embargo, en todas las familias, como en las relatadas en la Biblia, también puede haber una historia de gracia y redención. Entonces vemos en ellas una versión primaria de la iglesia. ¿Qué si las iglesias comienzan con familias?
Sé que pensamos que debemos predicar el Evangelio al mundo y claro que es así, pero es importante no olvidar que generalmente nuestro prójimo más próximo son nuestros hermanos. Son los padres, hijos y cónyuges aquellos a quienes debemos mostrar misericordia. Difícilmente podremos perdonar a extraños si primero no perdonamos a quienes viven en nuestra propia casa. Qué fácil será mentir a otros si no mantenemos la integridad en la familia. Me encanta pensar que Dios puede crear en las familias una muestra de la iglesia con amor incondicional, aceptación y entrega del perdón hasta setenta veces siete.
Sé que cada vez es menos usual pensar así y no digo que deba ser la regla, pero el linaje de Jesús me muestra que Dios no solo llama individuos, sino también familias; y puede convertir familias en hogares y hacer de nuestras imperfecciones historias de redención.
Ojalá nuestras familias lleguen a ser hogares y que ya no seamos la iglesia solo como individuos, sino como familia.
Por: Mónica Tello