¡Cómo quisiera haber aprendido este tema hace muchos años! pero no, me tocó atravesar muchas cosas para finalmente entender que la rebeldía no es solo una rabieta, tiene formas de manifestarse muy cotidianas y hoy te las quiero compartir, para que atentos nos libremos de ellas.
¿Cómo sé que soy rebelde? si no pongo pancartas afuera de mi trabajo, no me salgo peleando de cada iglesia a la que voy, tampoco voy a cada protesta que se me cruza enfrente. Claro, de hecho, hay rebeldes muy amables, muy cercanos, muy políticos. Jesús contó en una parábola que un padre le dijo a sus dos hijos una instrucción y uno de ellos aunque se negó, después fue. Pero el otro dijo “sí” y no fue. ¿Quién fue el rebelde?, cómo vemos la rebeldía no es sinónimo de pelear (Mateo 21:28-32).
La mala actitud es amiga de la rebeldía y aunque es la forma más obvia no es la única. Hacer las cosas de mala gana, cuestionar todo, no aportar… en fin, mente y brazos cerrados es una forma de rebeldía. Recuerdo que mi mamá me pedía algunos favores y me decía: “sin muecas”, hoy entiendo que se refería a que la mala actitud daña y que sí, cuenta por rebeldía.
No cumplir nuestras obligaciones es otra forma de rebeldía. Creo que voy a mencionar mucho a mi mamá en este blog, pero ella me decía: “estudiar es tu trabajo, quiero cienes” y tenía razón, esa era mi obligación y mi compromiso. Muchas veces se nos asignan responsabilidades y tareas y no cumplirlas es rebeldía.
Otra forma de rebeldía es la incomodidad al recibir instrucciones o corrección. Debemos amar la corrección. La Biblia dice que Dios al que ama disciplina, podemos decir que un lenguaje de amor de Dios es la corrección (Hebreos 12:6-7). Pero si cuando recibimos instrucción o corrección nos enojamos, ofendemos o alteramos… —red flag, es rebeldía.
El padre de la rebeldía es el diablo y la Palabra dice que armó una rebelión, aquí encontramos este principio: el hecho que alguien te acompañe en tu rebeldía no significa que Dios está de acuerdo. De hecho, el diablo convenció a un tercio de los ángeles que lo siguieran. ¡Terrible! (Apocalipsis 12:4).
Al escribir este blog, todo mi corazón desea que salgamos de los engaños de la rebeldía pues no siempre grita, no siempre es antagónica, no siempre se nota a la primera, pero cuando está siempre nos robará autoridad, pues quién está bajo autoridad tiene autoridad.
Entonces Samuel dijo:
“No hacer lo que Dios te dice es mucho peor que andar en brujerías”. 1 Samuel 15:22