¿Te ha pasado que cuentas algo en el lugar equivocado? Quizá abres tu corazón en confianza y te enteras de que después cuentan lo que dijiste. Con esperanza y fe llegas y hablas, pero te llenan de dudas y temor. Tal vez cuentas un problema que tuviste y sales avergonzado. El chisme, la indiscreción, la humillación, el desprestigio y las malas interpretaciones suceden cuando abres tu corazón en el lugar equivocado.
Hoy quiero recordarte que hay un lugar perfecto para llevar tus asuntos más difíciles, delicados, los que avergüenzan o causan tensión: la mano de Dios. Sí, Su misma presencia, como señala Pedro 5:6 (RVC): “Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo”.
La mano de Dios es un lugar seguro para humillarse. Allí, en Su mano encontramos protección y somos defendidos. Su mano no estira el índice para señalarte, más bien es extendida para levantarte. Su mano corrige con firmeza, pero con amor. Su mano espera pacientemente tu recuperación. Su mano te llena de provisión, ayuda, fortaleza, disciplina, y validación.
Muchas veces, nuestra mente puede dar error cuando consideras el salir corriendo a algún lugar para humillarte, pero la mano de Dios no es cualquier lugar. Es tan exagerado en amor y misericordia que cuando lo haces, cuando te humillas delante de Él, la consecuencia es exaltación. A su tiempo, pero será exaltación.
Si buscas la exaltación en la mano de Dios no la encontrarás, pero si buscas someterte a Él la verdadera recompensa es ser atendido por Dios mismo.
¡Ah!, esto no significa que dejes de buscar el apoyo de alguien más, de hecho, un versículo antes, Pedro invita a buscar la relación, a demostrar respeto mutuo y revestirnos de humildad hacia los demás. Sé ese lugar seguro para alguien.