La oscuridad es la ausencia de luz.
La guerra es la ausencia de paz.
La cobardía es la ausencia de valor.
El orgullo es la ausencia de negación propia.
La envidia es la ausencia de propósito.
Las críticas son la ausencia de proyectos propios.
La queja es la ausencia de gratitud.
El fracaso es la ausencia de una perspectiva correcta.
La ansiedad es la ausencia de confianza.
El conformismo es la ausencia de hambre.
La búsqueda de aprobación es la ausencia de amor propio.
La impuntualidad es la ausencia de respeto.
Nuestra vida es el resultado de la ausencia o presencia de Dios en nosotros.
Si algo se ausenta durante mucho tiempo, poco a poco se olvida. El libro que tiene meses de no aparecer, el alumno que falta mucho a clases, el amigo con el que ya no te ves, etc.
Lo trágico de la ausencia de relación con Dios es que lo podemos olvidar y eso es quitarle a nuestra alma lo único que le da descanso. Un alma cansada es un alma insatisfecha, estresada, deprimida, en búsqueda de aprobación, con deseos impuros, celosa, iracunda, idólatra y adúltera. Es por eso que la Biblia dice que el pecado se origina en el interior del hombre.
Nuestra alma encuentra descanso en la presencia y no en la ausencia de Dios.
La solución para la ausencia es la búsqueda. Cuando realmente nos urge algo, lo buscamos por todas partes hasta que lo encontramos.
Si chequeamos nuestra alma y reconocemos el cansancio interno que llevamos, busquemos lo que le da descanso: El respiro de Dios.
Busquémoslo.
No me refiero a una búsqueda superficial de domingo a domingo, me refiero a una búsqueda desesperada convencida de que la muerte o la vida espiritual dependen de encontrarlo.
Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.
Jeremías 29:13
Escrito por: Fernando Pappa
Foto por: Gift Habeshaw