Hace unos meses, mientras salía de una fiesta de cumpleaños, puse mi Waze para conducir y me mostraba una ruta desconocida. Decidí no hacerle caso, opté por seguir donde yo conocía y me llevé la sorpresa de que el camino estaba cerrado. Fue un relajo, di muchas vueltas en el mismo lugar. Mantuve firme mi decisión de irme por mi camino de siempre y no por el que señalaba el Waze (para que vayan conociendo un poco más lo necio que a veces puedo ser, no lo digo con orgullo). Al final logré llegar a mi casa después de una larga travesía por la ciudad.
Cuando iba a mitad del camino, surgió una pregunta en mi cabeza: ¿Para qué vine? Y eso pasa con regularidad cuando experimentamos ciertos contratiempos en el camino. Lo que antes teníamos claro, empieza a ponerse un poco borroso y surgen las dudas. Fue así como encontré tres historias bíblicas donde los personajes experimentaron dudas en su corazón, quiero que nos adentremos en cada uno de los detalles, y aprendamos qué hacer cuando las dudas surgen en el camino hacia donde nos dirigimos.
Primero: el factor tiempo de espera
Dios le habló a Abraham a través de una visión, donde le prometió defenderlo y recompensarlo. Pero la respuesta de Abraham me llamó mucho la atención porque le responde a Dios, que para qué le servía recibir algo de parte de Él, si no tenía un heredero. Es impresionante como la espera puede hacer que surjan dudas en nuestro corazón, respecto a la veracidad de lo que Dios prometió. Abraham mantuvo una conversación con el Señor hasta que volvió a creer (Génesis 15:1-6).
No es malo dudar mientras esperamos el cumplimiento de una promesa, lo malo es dejar que esa duda endurezca nuestro corazón y perdamos la confianza en Dios. Con todo y dudas podemos seguir caminando, confiando en que Él no ha perdido el control y que Su voluntad y propósito se va a cumplir en nuestra vida.
Segundo: la variable de la adversidad
También hay dudas generadas por la adversidad. Mientras Juan el Bautista se encontraba en la cárcel, mandó a sus discípulos a preguntar si Jesús era el que habría de venir o tenían que esperar a otro (Lucas 7:18-23). Es impresionante que la persona que le abrió el camino a Jesús, quien lo bautizó, que vio la manifestación gloriosa de Dios a través de una paloma, ahora esté dudando de Él. Pero eso puede suceder en momentos de adversidad. Realmente, nuestra confianza en Dios solo puede ser probada en momentos de incertidumbre.
Tercero: la incidencia del dolor físico y mental
El dolor también tiene la capacidad de provocar dudas en nuestro corazón. El mismo Jesús le oró a Dios para que pasara de Él la copa que iba a tomar (Mateo 26:36-46). Prácticamente le propuso al Señor buscar una alternativa en la cual no tuviese que pasar por la cruz. La angustia que estaba experimentando nublaba su perspectiva sobre el plan del Señor. Pero fue en oración en donde recalibró todas las dudas que estaban surgiendo en su corazón.
Las tres historias hablan de personas de fe, pero que en determinado momento tuvieron dudas en el camino. Toda duda que surgió en su corazón fue debidamente llevada delante de Dios. Si la espera, adversidad o el dolor ha provocado que dudes, tranquilo, lleva todas esas dudas delante del Señor, Él sabrá que hacer con ellas.
Por: Diego Herrera