¿Y será que en este mundo Dios nos llama a vivir en santidad? Quisiera decirte que no, pero la respuesta es sí. A todos nos llama a vivir una vida en santidad. 1 Pedro 1:15-16 dice: “Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo”. Dios nos llama a ser santos como Él lo es. ¡Qué difícil! La medida nos la puso demasiada alta y sí requiere de un esfuerzo. Hebreos 12:14 (NTV) dice: “Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor”.
Hay una historia en Mateo 15 cuando Jesús está enseñando sobre la pureza interior. La ley les exigía seguir ciertas tradiciones antiguas, entre ellas lavarse las manos antes de comer. Algunos fariseos y maestros de la ley religiosa llegaron desde Jerusalén a ver a Jesús y le preguntaron por qué no estaba siguiendo esas tradiciones. Jesús se molestó mucho y hasta los llamó hipócritas, porque por fuera se veían muy correctos, pero por dentro estaban muy lejos de Dios.
La santidad no puede entrar en nosotros, sino lo contrario: solo puede salir de nosotros. Mientras más la buscamos, más dominio propio podemos ejercer. Y para vivir en santidad la Biblia nos llama a dos acciones concretas:
1. Buscar más al Espíritu Santo
Juan 16:13 dice que el Espíritu Santo nos guía a toda verdad. Nos guía a Jesús y nos hace ver nuestros pecados y cosas que aún debemos rendir día a día: el egoísmo, el orgullo, la impaciencia, la falta de generosidad, la desobediencia, las mentiras, la falsa humildad, las inmoralidades y demás pecados que nos alejan de Dios.
2. Buscar una comunidad donde podamos rendir cuentas
Santiago 5:16 nos llama a confesar nuestros pecados unos a otros y a orar para que seamos sanados. El poder de confesar nuestros pecados —y lo que nos cuesta hacerlo— nos permite darle la oportunidad a nuestra comunidad (a nuestros amigos) de que nos pregunten cómo vamos. Si no tienes una comunidad o te cuesta hacer amigos, te invito a que te sinceres con un par de personas. Permite que te conozcan y verás que vivir en santidad se logra mucho más fácil en comunidad.
Por: Melissa de Luna