Hace unos días fui al supermercado. Estaba pasando los productos para que me cobraran, cuando caí en cuenta de que olvidé llevar leche. En ese momento le pedí a la señorita que me estaba atendiendo que me hiciera el favor de ir por la leche y ella le pidió a alguien más que lo hiciera; y mientras esperaba, le dieron un código para que me cobrara. Para no hacerles larga la historia, le dieron mal el código y me cobro mal. En ese momento vi cómo la señorita cambió su humor, se empezó a quejar con su compañera que estaba enfrente y dijo: “Él qué va a saber de leche” y se rio sarcásticamente. Yo me quedé observando y escuchando. Hizo el cambio de código, me dio la leche y me fui.
Me quedé pensando en lo que hace unas semanas leí en Jeremías 31:10 (NVI): “Naciones, escuchen la palabra del SEÑOR, y anuncien en las costas más lejanas: ‘El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño’”. Si Dios quiere que seamos unidos y que nos cuidemos, Satanás querrá dividirnos y que nos dejemos de cuidar.
Y como Satanás actúa sutilmente, las formas en las que hará que nos dividamos muchas veces no las podremos percibir. Por ejemplo, una forma de dividirnos es descuidándonos (lo contrario al cuidado), que seamos indiferentes y desinteresados en las personas, o que digamos “Yo no me meto con nadie para que nadie se meta conmigo”. Ese es un espíritu de división.
Otra forma de dividir es por medio del chisme. Cada vez que hablamos a las espaldas de alguien, cada vez que nos quejamos de alguien que no está enfrente nuestro, o cada vez que hablamos mal de alguien, estamos dividiendo. Puedes darte cuenta de que son formas muy sutiles pero que dividen. Y, por el contrario, cada vez que nos cuidamos, preguntamos por las demás personas y estamos atentos a sus necesidades. Cada vez que hablamos de frente lo que no nos gusta y buscamos resolverlo, estamos teniendo un espíritu de unidad.
¿Qué espíritu tienes? ¿El de unidad o el de división? ¿Será que estás hablando mal de tu jefe, de tu líder, de tu amiga, de tus papás o de tu pareja? ¿Será que estás desinteresado en las personas y solo estás interesado en ti mismo? Hoy pidámosle a Dios que corrija nuestro espíritu para que sea un espíritu de unidad.
Por: Melissa de Luna