La palabra ídolo significa “imagen de una deidad objeto de culto o una persona o cosa amada o admirada con exaltación”. Todos los seres humanos tenemos ídolos. Cuando era pequeña me gustaban mucho ver las princesas. Las veía y literalmente me quedaba admirando la belleza de cada una. Ni se pueden imaginar mi cara cuando mis papás me llevaron a un viaje a Disney. Estaba anonadada de verlas, no podía creer que habían cobrado vida, que podía estar cerca de ellas y que podía tomarme fotos con ellas.
Desde el Antiguo Testamento vemos cómo Dios es claro en que no levantemos otros dioses.
Éxodo 20:3-6 (NVI)
»No tengas otros dioses además de mí. »No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones.
Yo sé que suena muy fuerte decir que todos tenemos ídolos, y no necesariamente son princesas. La Biblia nos cuenta en Génesis 3 cómo Eva fue engañada y pecó al comer del fruto que no debía comer, dándole además a su esposo. Y esta es la explicación de por qué levantamos ídolos: estábamos destinados a adorar únicamente a Dios (por ser creados a Su imagen y semejanza), pero Adán y Eva se comprometieron con otra cosa que no era Dios (el pecado) y desde ahí surgió el conflicto de nuestra naturaleza pecaminosa, con la que buscamos otros dioses a quienes adorar.
Existen ídolos de placer, de comodidad, de posición en el trabajo… E incluso, el deseo de tener un bebé y ponerlo en primer lugar por encima de todo lo demás, es un ídolo. En fin, cualquier acción o actitud pecaminosa, entonces, es una indicación de idolatría. ¡Tenemos mucho que trabajar! ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo derribamos nuestros ídolos?
Mateo 22:37-38 (RV1960) dice: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.
La clave está en que amemos (con acciones) a Dios todos los días. ¿Cuáles son tus ídolos? Hoy declaro que los identificas y los rindes delante de Dios. Mi oración es que no nos inclinemos a otros dioses y que nos enamoremos con locura del Señor.
Por: Melissa de Luna