Hay una gran diferencia entre la lástima y la compasión, y es muy sencilla: hacer algo y no quedarte solo con el sentimiento. No te voy a decir que siempre soy compasiva porque muchas veces solo me conmuevo, pero no me quiero engañar y hoy quiero que nos ayudemos a pasar de la emoción a la acción.
No sé cuántas veces has visto accidentes en las calles, pero yo acabo de ver uno que me movió a bajarme del carro y ayudar. Estaba saliendo de la oficina y vi dos carros muy dañados. El primer carro que vi era una camioneta blanca, el golpe era muy fuerte del lado del piloto y vi cómo un bombero empujaba fuerte con una herramienta para que lograra salir. Había alrededor de ocho personas ayudando a ese señor. Rápido pensé que iba a hacer estorbo y seguí manejando despacio.
A pocos metros de allí vi a una señora parada entre dos carriles con una niña sangrando de su boca y en ese momento paré, me orillé y me bajé rápido del carro. La niña estaba muy asustada y la señora no entendía qué había pasado. Les ofrecí llevarlas a mi carro para que se calmaran hasta que llegaran los papás de la niña. Mientras estábamos sentadas esperando, la señora me dice: “De un momento a otro pasan las cosas. Muchas gracias por detenerse a ayudarnos”. Pasé unos minutos más con ellas. Platicamos y, cuando llegaron los papás de la niña, me fui.
Me llené de un sentimiento bonito al poderlas ayudar y me motivo a hacerlo más seguido. Y justo de eso se trata la compasión: de hacer.
Y hoy quiero darte tres consejos que te pueden ayudar a ser más compasivo:
1. Da. Y cuando hablamos de dar no me refiero únicamente de tus recursos, sino de todo lo que está en ti: tiempo, perdón, palabras, regalos, servicio. La Biblia dice en Efesios 4:32 (NVI): “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.
2. Acompaña en situaciones difíciles. No tienes que decir algo si no sabes qué decir, pero acompañar a las personas en medio de procesos difíciles es un acto de compasión. Romanos 12:15 (NTV) dice: “Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran”.
3. Preséntale a Dios a quien no lo conoce. Esta es la más importante. Mateo 9:36-38 dice: “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 37 «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros -les dijo a sus discípulos-. 38 Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo»”
Lo opuesto a la compasión es la insensibilidad y la crueldad. En otras palabras, cuando no hacemos nada por sentir apatía con los demás estamos siendo crueles e insensibles. ¡Que el Espíritu Santo te incomode a hacer y que no solo se convierta algo que ocurra en esta época navideña!
Por: Melissa de Luna