Todos cometemos errores y en diferentes momentos de la vida le hemos fallado a Dios. He decidido llamarles cristianos frágiles a aquellos que, ante sus errores, deciden fragmentar o romper su relación con Dios. Son personas que ante la culpa, no logran visualizar cómo podrían mantener una relación con un ser tan perfecto, santo y puro como lo es Dios.
El cristiano frágil, por definición, cree que su conducta es el ancla que lo mantiene firme ante Dios, y en cuanto sus acciones no reflejan la perfección de Él, decide tirarlo todo por la borda. Por otro lado, paradójicamente lo vuelve más frágil, si sigue su propio criterio centrado en conducta, normas y reglas, porque así solamente alimenta su ego. Ha caído en un círculo vicioso. Al poner la esperanza en sus propias acciones, inevitablemente se pone a sí mismo en el centro de su adoración y eso lo aleja del Dios verdadero. De tal manera que, mientras más se esfuerza en hacer buenas obras por los motivos incorrectos, más alimenta su orgullo y se distancia del amor de Dios.
Si reconoces que tus pecados te han llevado a pensar en alejarte de Dios, es posible que seas un cristiano frágil. Si reconoces que eres demasiado severo contigo mismo y con los demás, cuando te equivocas, es posible que seas un cristiano frágil. Y ante esa relación tan frágil solo hay un camino y su nombre es Jesús. Pídele genuinamente a Dios un encuentro real con su amor.
El amor verdadero no está en función de tu conducta. Para obtenerlo no hay una lista de requisitos por cumplir, tampoco una lista de acciones que se deban realizar. De hecho, el amor real, ha sido depositado en ti por el único motivo de que a Dios le pareció bien dártelo y ahora eres su hijo o hija. La buena conducta que esperas, en realidad es una consecuencia de abrazar ese amor verdadero y no un requisito para recibirlo.
Pídele a Dios un encuentro con su verdadero amor.
Por: Fernando Pappa