¡En enero me meto al gym!
¡El próximo año regreso a estudiar!
¡A partir del otro mes voy a dejar de ver menos Netflix y voy a leer más!
¡La otra semana comienzo el libro que me compré!
¡Cuando me den mi próximo cheque, ahora si voy a hacer un presupuesto!
¡Hoy si, el lunes empiezo dieta!
¡El 2018 si será mi año!
¿Te suenan familiares esas afirmaciones? A mi si. Y seguro a todos los que leen este post. Palabras clásicas. Todos, con mucha emoción y determinación, hemos dicho algo así en algún punto de nuestras vidas.
Uno de nuestros problemas como humanos es que tendemos a postponer las cosas. Nos gusta pensar en un futuro brillante, pero nos aburre pensar en el esfuerzo del presente. Nos encanta soñar con el sentimiento de alcanzar una meta, pero nos disgusta lo poco apasionante que muchas veces es esforzarse por ‘hacer las cosas’.
El futuro es hoy. Y estoy seguro que las mejores oportunidades se aprovechan tomando riesgos y no dejando las cosas para mañana.
Comencé un emprendimiento hace 9 años, cuando tenía 20. Sin duda no estaba listo, no tenía la experiencia, ninguna venta inicial asegurada, ni siquiera tenía un inversionista. Pero obvié la tentación de pensar “cuando terminé la U voy a emprender”, “cuando haya ganado más experiencia”, “cuando me sienta listo”, “cuando tenga el capital suficiente”, “cuando haya más gente que crea en mi” . Hoy, tiempo después, ya somos una empresa sólida y consolidada. ¿Costó? Si, mucho. ¿Fue fácil el inicio? No.
Tengo casi 2 años de casado, y cuando empecé a hablar con Kerstin, mi esposa, no tenía ni 6 meses de haber terminado una relación de noviazgo de casi 6 años. No me detuvo el “no estoy listo para una nueva relación” o el “me da miedo que me vuelvan a herir”, sencillamente vi una oportunidad de Dios y la aproveché. Y fue la mejor decisión de mi vida. ¿Me dio miedo al inicio? Si, pero a pesar de ello confié en Dios.
Con esto no te estoy diciendo que hay que dejar de ser prudentes. Cuando inicié la empresa obviamente hubo un plan de negocio, estrategias e incluso planes de salida. Cuando comencé a salir con Kerstin había terminado un proceso de sanidad interior y mi relación con Dios estaba en su mejor momento. En ambos casos me tiré al agua, con el riesgo de que estuviese hondo, frío o con olas fuertes, pero siempre con un plan y confiando en Dios.
En resumen: no dejes para mañana el iniciar un reto. No lo pienses más e inicia ya. Si quieres ser más saludable, ahora empieza a alimentarte bien. Si quieres emprender un negocio, inicia ya con algo pequeño esperando que crezca. Si deseas tener mejores calificaciones en tus estudios, comienza hoy cambiando tus hábitos. ¡No postpongamos más!
Escrito Por: Chitio Rendón
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