De ninguna manera, yo sé. Déjame contarte algo que recién me pasó. Estábamos esperando un viaje con mucha ilusión. Le había estado enseñando a orar a José Juan por lo que él quería, Dios le respondía. De repente, enfermó con temperaturas super altas; luego mi hija pequeña empezó con los mismos síntomas. Yo oré, creí que Dios podía hacer el milagro en pocos días para que nos fuéramos de viaje (cuando yo quería que pasara como si fuera una varita mágica). ¿Qué crees? No pasó como se lo pedí. Para serte sincera, dije: “Dios, no te costaba nada sanarlos”, claro, el día que yo quería.
¿Te ha pasado que pedís y no pasa como querés? Pues, te voy a decir lo que me ayudó a mí. Primero, recordá que la naturaleza de Dios es buena. Salmos 25:8 dice: “Bueno y recto es Jehová; por tanto, Él enseñará a los pecadores el camino”. Dios quiere lo mejor para nosotros y hará lo correcto. Ahora, el problema está cuando queremos que Dios lo haga en el momento que queremos y eso no va a pasar. Debemos reconocer y decirle: “Señor, quisiera esto, pero tus planes son mejores. Yo creo que tú eres bueno y pronto voy a ver el milagro”. Qué diferencia cuando nuestro corazón es humilde y no orgulloso.
Mi segundo punto es recordarte que a Dios le agrada la persona humilde, tal como se menciona en Proverbios 29:23: “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra”. Él ve todo y nos enseña a atravesar el dolor tomados de Su mano. Dejemos que, en medio de la espera y la oración, seamos transformados por Su Espíritu. Sigue pidiendo y creyendo por lo que deseas ver. Recuerda que todo obra bien para los que lo amamos.
Por: Melissa de Luna