¿Cómo encuentro mi propósito? Esta es una gran pregunta que todos nos hacemos en algún momento de la vida. Podemos pasar buscando la respuesta a esta interrogante durante días, semanas, meses, años, incluso la vida entera, y no responderla con seguridad.
Muchas personas han hablado de este tema y tienen puntos válidos. Incluso hay una filosofía japonesa que se llama Ikigai, en donde nos dicen que nuestro propósito se encuentra en el punto de convergencia entre nuestra pasión, misión, vocación y profesión. Y como estas filosofías podemos encontrar muchas, pero hoy te quiero contar mi favorita, la que se encuentra en la Biblia.
En Éxodo 2 y 3 encontramos el viaje de Moisés, hasta que encontró su propósito. Vale la pena resaltar varios puntos en el trayecto que él recorrió. Empecemos con el momento en donde Moisés ve a uno de sus hermanos hebreos siendo golpeado por un egipcio y reacciona para ir a defenderlo. Las cosas no terminan nada bien y le quita la vida al egipcio. Luego de este suceso tuvo que huir al darse cuenta de que el faraón quería matarlo.
Moisés quiso ayudar a alguien, pero no obtuvo una recompensa de esto, todo lo contrario, fue perseguido (Éxodo 2:11-15). ¿Cuántas veces no nos ha sucedido lo mismo? Tratamos de ayudar a alguien, pero paramos perjudicados por la ayuda que quisimos brindar.
El peligro de sufrir una consecuencia al realizar una buena acción es endurecer el corazón y ya no querer ayudar a nadie más. Moisés, lejos de dejar de ayudar a las demás personas, siguió haciéndolo en todo momento. Luego de salir huyendo de Egipto, se encontró a un grupo de mujeres que necesitaban ayuda para sacar agua de un poso (Éxodo 2:16-22). Tomemos de ejemplo la actitud de Moisés que, sin importar las consecuencias, nunca dejó de servir a los demás.
Posteriormente, podemos observar cómo Moisés cuidaba de las ovejas de Jetro, su suegro (Éxodo 3:1), cuando se encontró con una zarza ardiendo. Luego de una vida de servicio y entrega a los demás, Moisés tiene su encuentro con Dios y con el propósito que tenía para él.
Si hacemos una línea temporal de los sucesos que llevaron a Moisés a encontrarse con Dios y su propósito (Éxodo 3:2-10), podemos observar que el servicio a los demás fue el camino hacia lo que el Señor tenía preparado para él.
A veces no queremos hacer nada hasta saber cuál es el propósito de nuestra vida, pero resulta que es haciendo algo en donde encontramos la razón de nuestra existencia.
Fueron acciones cotidianas de servicio las que llevaron a Moisés al momento que determinó su vida. Defender a un hermano hebreo, ayudar a sacar agua de un poso, cuidar a unas ovejas, parecieran acciones insignificantes, pero cada una de ellas, formaron en Moisés el corazón necesario para ser un libertador y cumplir su propósito.
Ayudar a alguien a cruzar la calle, defender al que no puede hacerlo, cuidar algo que no es nuestro, puede ser el camino para encontrar el destino que tanto hemos estado buscando. La próxima vez que nos preguntemos “¿Cuál es nuestro propósito?”, volteemos a ver nuestras manos y tomemos la decisión de servir y ayudar a alguien más: ahí es donde lo vamos a encontrar.
Por: Diego Herrera