Hace varios años tuve que realizarme un examen de sangre, un proceso completamente nuevo para mí en aquel entonces, cuando entré al lugar, me atendió un joven como yo, pero con un criterio distinto en cuanto a su ideología de género. Con esto (espero no me juzguen) pero me causó inconscientemente un prejuicio en los pensamientos de mi corazón hacia dicha ideología, por lo que me sentí extraño.
Cuando se presentó conmigo hubo una reacción rígida de mi parte, sin embargo, continuó el procedimiento médico, dejándome en una sala de espera. Mientras esperaba, empecé a pensar mucho sobre el entorno, las personas e ideologías.
Cuando me pasaron a la extracción de sangre, lentamente acomodé mi brazo, un poco nervioso o tenso por el pinchón de la aguja y también por los nervios de conocer los resultados de sangre, mientras el joven enfermero se preparaba con su equipo para el procedimiento.
Fue cuando vi la sangre salir de mi brazo, que escuché la voz de Dios, contundente, serena, amorosa y muy clara, diciendo: “La misma sangre que pagué por ti, pagué por él”. Esto de inmediato destrozó los muros que había cimentado en mi mente y corazón, en aquella sala de espera. ¡Cuánto aprendí a través de esa frase! Dios utiliza momentos específicos para enseñar, en este caso utilizó mi sangre como analogía de Su sangre y de lo que esto significa: GRACIA.
Luego con un poco de nerviosismo, utilicé una de las frases más famosas para evangelizar y pude decirle al enfermero: “No sé por qué, pero siento la necesidad de decirte que Dios te ama”. Esto cayó como un balde de agua fría para él, estoy seguro de que esa frase tenía un significado para su vida. Me agradeció entre ojos acuosos.
Pensar en el derramamiento de la sangre de Cristo Jesús, que lo hizo por mí, por mis errores, negligencias, maneras de pensar, mi convicción, mi futuro, mi fe y mucho más, todo está cimentado en Su sangre.
Así aprendí a ver a través de los ojos de Jesús, con esos ojos con los que me ve a mí, tolerantes, con mucha gracia, sin condenación y con un amor puro y sin prejuicios, ni condiciones.
Estamos en tiempos fluctuantes y variables en cuanto a ideologías, principios y criterios. Pero considero que, haciendo nuestro mejor esfuerzo por parecernos a Jesús, podemos encontrar la vía correcta para tratar dichas diferencias desde la perspectiva correcta. Dios te bendiga.
Efesios 1:7 (NTV): 7 Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.
Por: Gerardo Pappa