Por pruebas nos referimos a las dificultades que nos toca atravesar en la vida. Es bueno llamarlas pruebas porque de alguna manera nos permiten entender que son pasajeras y que podemos superarlas.
Primero que todo: nunca olvides que Dios está contigo. No estás solo y vas a salir de esa dificultad más fuerte de lo que entraste. Quizá te cuesta entenderlo ahora, pero Dios tiene esta capacidad sobrenatural de que para quienes le aman, todas las cosas obran para su bien, para los que conforme a Su propósito son llamados.
Segundo: evita tomar decisiones permanentes por emociones momentáneas. Las dificultades tienen esta capacidad de tocar nuestras emociones muchas veces, y si no nos cuidamos podríamos decir cosas de las que después nos arrepentiremos o tomar decisiones que después lamentaremos.
Tercero: no lo vivas solo. Dios está contigo, pero también busca personas de confianza. No es bueno que andes divulgando lo que estás viviendo, pero sí es importante que tengas por lo menos una o dos personas con las que te puedas abrir y comentarles lo que estás atravesando. Si no lo expresas, lo reprimes; y si lo reprimes, el resultado será un corazón resentido. Y si pasa eso, entonces la prueba te logró amargar.
Cuarto: cuida tus sanas rutinas. Las pruebas nos retan y muchas veces nos desaniman, pero sin importar qué sea lo que pasaste, no descuides tus sanas rutinas. Mantén los buenos hábitos y evita incluir los que son dañinos. Iniciar hábitos dañinos solamente traerá más problemas a tu vida; por el contrario, el ejercicio, la sana alimentación, la lectura y la convivencia con amigos te ayudará a dejar de pensar en lo que te afecta negativamente.
Por: Fernando Pappa