Todos quisieran tener claro qué es lo que les depara el futuro. Esa es una de las razones por la que quizás muchos buscan la profecía y a los profetas. La mayoría llevamos ese deseo interno de conocer qué pasara con nosotros más allá del presente.
Y cuando hablamos de propósito no podemos evitar relacionarlo con el futuro. Mi propósito es aquello para lo que nací. Es algo más grande que yo mismo porque no fue planeado por mí, sino por alguien más. Quizás uno de los versículos que más fuerte refuerza este punto es Jeremías 1:5
Jeremías 1:5 (RVR 1960)
Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.
Después de leer este pasaje entendemos todavía más por qué buscamos la profecía. ¿Quién no quisiera recibir una profecía como esa? Esa profecía de alguna manera “te resuelve” la vida. Ya sabes a qué le debes de apuntar.
La pregunta es: ¿tienes claro cuál es ese propósito único y especial para el cuál naciste?
Si tu respuesta es “no”, no te preocupes. De hecho, no existe tal cosa como “propósito único y especial”. En realidad, es más complejo que eso.
Erróneamente podemos leer ese versículo e interpretar que Jeremías nació “solo” para ser profeta. Y en realidad, la profecía no dice eso. Parte del propósito de Jeremías es ser profeta, pero no es lo único. Él también fue llamado a servir al prójimo, a amar a quienes le rodean y a ser responsable y diligente.
No puedes amarrar tu propósito e identidad a una sola cosa. Si Dios un día te dio Palabra diciéndote que serás un gran empresario o que serás un ministro de Dios, eso no es lo mismo que decir “solamente serás empresario” o “solamente serás ministro de Dios”.
El doctor Viktor Frankl lo pone de la siguiente manera:
“Plantear la cuestión (propósito) en términos generales es como la pregunta que se le hizo al campeón de ajedrez: —Dígame maestro, ¿cuál es la mejor jugada de ajedrez? —Sencillamente no hay mejor jugada porque todo dependerá de la situación y de la personalidad del oponente”. (El hombre en busca de sentido, p.137)
Lo que está intentando explicar es que no nacimos para una sola cosa. Y el mejor camino hacia el descubrimiento del propósito es ser responsables con lo que hoy tenemos a la mano: nuestra familia, trabajo, empresa, iglesia o deporte. Mientras más responsable seas con lo que te rodea, más significativa y llena de propósito será tu vida.
Si ves a tu alrededor notarás que hay varios aspectos de tu vida sobre los cuales puedes ejercer cierta influencia y quizá puedas aplicar esfuerzo para verlos mejorar. Pueden ser relaciones, proyectos, ideas, etcétera.
Encuentra tu propósito en los aspectos cotidianos de la vida y mantén tu oído atento a donde Dios te guíe.
Por: Fernando Pappa