Todavía me acuerdo de los debates que teníamos con mi profesor de filosofía del ultimo año de colegio respecto a Dios y la Iglesia. Las discusiones iniciaban cuando él insistía en que “intelectualmente hablando, la Iglesia y la idea de Dios no tiene sentido” o que “La creencia en Dios es anti-conocimiento y anti-ciencia”.
Esto continuó con otros profesores del colegio y más adelante con algunos catedráticos de la universidad con argumentos parecidos a esos, en los que se intenta excluir a Dios de las artes, la música, la política y la ciencia, entre otras. A esta corriente se le conoce como laicismo.
Pero históricamente podemos ver la vida de muchos que, inspirados por Dios, marcaron la historia de la humanidad en estas disciplinas del conocimiento.
Tomas de Aquino creía que el uso de la razón era una honra para Dios. Este filósofo tenía como fin último descubrir lo maravillosa que era Su creación. Este pensamiento impulsó a los más grandes científicos y filósofos de su época y de las que vendrían.
En el libro The right side of history de Ben Shapiro encontramos lo siguiente:
William Wilberforce, creyente y seguidor de Jesús, fue un pionero que luchó para que se aboliera la esclavitud. Es un personaje histórico en política inglesa.
Nicole Oresme, quién descubrió que la Tierra rotaba sobre su mismo eje, era obispo de la iglesia de Lisieux.
Nicholas de Cusa, cardenal en la iglesia de Brixe, teorizó que la Tierra no era estacionaria, sino que se movía a través del espacio.
El famoso Nicolás Copérnico postuló que la Tierra se movía alrededor del sol. Estudió y sirvió en la iglesia de Warmia.
El mismo Galileo Galilei, que fue perseguido por la iglesia, creía que la ciencia era un camino para conocer más a Dios.
Filósofos de gran influencia como Bacon, Descartes y John Locke también eran hombres de fe en Dios y en la Biblia.
La Iglesia y los creyentes estimulaban el conocimiento y la ciencia. La fe y la razón no entraban en conflicto. La iglesia era la fundadora de universidades.
Dios no tiene ningún problema con la razón, al contrario: como decía Antoine Rivarol: “Un poco de filosofía nos aleja de la religión, y mucha filosofía nos conduce de nuevo a ella”.
Por: Fernando Pappa