Hace poco leí un tweet que decía “la iglesia es el único lugar donde llegarán con doble máscara”. Este tipo de mensajes tienen la capacidad de sabotear mis emociones, de poner en turbulencia mis pensamientos, de saborearme las notas dulces de una venganza, resaltando las imperfecciones del autor, pero no debo. Hago una pausa, y me pregunto ¿qué es lo que realmente quiere decir?
Es muy probable que esa publicación sea el desahogo de una herida, pero hay cierta verdad en esa declaración. El ser humano ha encontrado razones para cubrirse. Nuestras interpretaciones subjetivas de “seguridad” nos han llevado a ponernos mascarillas. Es muy claro que la primera “máscara” nos protege del Coronavirus pero la segunda, ¿a qué se refiere? Le puedes llamar “maquillaje para cubrir granos”, “filtro de pecas y mariposas” para verte más atractivo o “pelo de animal” para que tu padre crea que eres el hijo mayor.
Génesis 27:14-17 NTV
Así que Jacob salió y consiguió los cabritos para su madre. Rebeca preparó con ellos un plato delicioso, tal como le gustaba a Isaac. Después tomó las ropas favoritas de Esaú, que estaban allí en casa, y se las dio a su hijo menor, Jacob. Con la piel de los cabritos, ella le cubrió los brazos y la parte del cuello donde él no tenía vello. Luego le entregó a Jacob el plato delicioso y el pan recién horneado.
Entonces Jacob llevó la comida a su padre.
—¿Padre? —dijo.
—Sí, hijo mío —respondió Isaac—. ¿Quién eres, Esaú o Jacob?
En nuestra necesidad inherente de ser aceptados nos protegemos del rechazo. Fingimos ser alguien más y ¡vaya si los filtros nos echan una mano y nos bajan unas libritas! La comodidad que encontramos encubriéndonos, nos invita a hacerlo una vez más, y después otra vez hasta que un día nos caemos en ese abismo, que solitos cavamos, un abismo de incongruencia. Lo que proyectamos está a kilómetros de la realidad.
Génesis 27:22 NTV
Entonces Jacob se acercó a su padre, e Isaac lo tocó.
—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú —dijo Isaac.
El problema es que Dios no puede bendecir filtros, Dios siempre ha bendecido humanos. Jesús no se escandaliza por los defectos, su sangre cubre cada uno de ellos. Nuestra relación con el Perfecto inicia cuando reconocemos que somos imperfectos.
Un ángel necesitó apartar a Jacob, dejarlo completamente solo para bendecirlo. Solo, como cuando estás enfrente del espejo antes de dormirte, sin maquillaje, sin mascarilla, sin Snapchat (si sos de los que todavía lo usan), viéndote como realmente eres, aceptarte como Jacob, para encontrar tu identidad en Dios.
Génesis 32:26-28 NTV
Entonces el hombre le dijo:
-¡Suéltame, que ya está por amanecer!
-¡No te soltaré hasta que me bendigas! -respondió Jacob.
-¿Cómo te llamas? -le preguntó el hombre.
-Me llamo Jacob -respondió.
Entonces el hombre le dijo:
-Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
Escrito Por: Juan Diego Luna