Hace poco estaba leyendo acerca de la historia “No existen los dragones” de Jack Kent. Es la historia de un niño y un pequeño dragón. El niño intenta decirle a su mama de mil formas que hay un dragón en la casa, pero la mama siempre responde “No existen los dragones”. El dragón comenzó a crecer y a pesar de la evidencia la respuesta de la mama seguía siendo la misma: “No existen los dragones”.
El dragón comienza a crecer tanto que un día la casa se queda varada en su cuello a muchos metros del suelo. Finalmente, la mama muy asustada le dice “hijo hay un dragón en la casa” y en el momento en el que lo dice el dragón comienza a hacerse pequeño de nuevo. La mama no entendía por qué había crecido tanto y después se encogió y el niño le responde: “Tal vez solo quería tu atención.”
A veces así nos pasa, hay cosas en nuestra vida que parecen pequeñas y nos resulta más fácil ignorarlas que confrontarlas con la verdad. Lo que no sabemos es que al no enfrentarlas a tiempo estas cosas van a seguir creciendo hasta que un día se vuelvan casi incontrolables para nosotros. Puede ser una herida vieja, un hábito, un sueño no perseguido, frustración, ansiedad, etc.
Nos da miedo la verdad. Le huimos, restándole importancia a la evidencia que tenemos en nuestras narices. No nos damos cuenta de que es mejor controlar al dragón de pequeño que cuando ya es grande e incontrolable. Dios está contigo no temas y encara la verdad, Él te da la fuerza para ver lo que no queres ver, pero sabes que necesitas ver.
Por: Fernando Pappa