¿Alguna vez has estado tan seguro de que algo malo te va a pasar, hasta que finalmente te pasa?
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Conducir o caminar por alguna calle con miedo porque estás seguro de que te robarán el celular… y te lo roban.
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Estar cerca de alguien con miedo porque tiene gripe y estar seguro de que te contagiarás… y te enfermas al día siguiente.
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Hacer una prueba o examen con miedo porque estás seguro de que perderás… y efectivamente repruebas.
Para esta entrada del blog me pidieron que escribiera acerca de fe y, al estar pensando, recordé un término que aprendí hace muchos años: “fe negativa” o miedo. Uno de mis líderes me enseñó que el miedo es una forma negativa de aplicar la fe. A veces creemos o tememos con tanta fuerza que algo malo no sucederá, que incluso lo declaramos con nuestra boca; olvidamos que nuestra boca y palabras tienen poder y se pueden utilizar para muerte o para vida. “La muerte y la vida están en poder de la lengua”, dice Proverbios 18:21.
El día que me di cuenta de que con mi “fe negativa” había logrado hacer que cosas malas me pasaran, entendí que no era cuestión de buscar la forma de tener fe o de ver si tenía poca o mucha; descubrí que lo primero que tenía que hacer era usar la medida de fe que tenía para creer por cosas buenas; usar mi boca y palabras para declarar bendiciones, prosperidad y éxito a mi vida. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, dice Isaías 55:11.
Es muy probable que en estos tiempos de coronavirus la gran mayoría de nosotros tengamos miedo e incertidumbre de qué va a suceder con nuestra salud, con nuestros seres queridos, nuestro trabajo, nuestros estudios o algo más. Alguien me podría decir que incluso antes de que todo esto sucediera ya tenía miedo de perder el trabajo o temía por su situación económica o su salud. y que este virus solo vino a empeorar o confirmar lo “malo” que nos iba a suceder.
Te invito a tomar todos tus miedos y convertirlos en fe positiva. No declares lo malo que te pueda ocurrir, sino más bien declara con todas tus fuerzas y con tu boca las cosas buenas que te van a pasar cuando regreses a tu vida normal. Aprovecha este tiempo para acercarte a Dios, Él te está esperando para mostrarte los planes de bien que tiene para ti.
Por: Victor Zamora