Hace unas semanas estuvimos en México. Salimos a desayunar y entramos en una cafetería donde pedimos café (a Juan Diego y a mí nos encanta el café). Estaba esperando a que nos sirvieran cuando de repente un perro raza pug se me acercó y se me pegó a la pierna. Me quedé sobándolo y dejé de hacerlo cuando llegó el café.
Entonces caminó hacia Juan Diego y se le pegó a la pierna. Él también lo sobó y el perro se quedó a su lado solo mientras lo hacía, entonces se fue con otra persona e hizo exactamente lo mismo: se le pegó a la pierna para que lo sobara.
En ese momento le dije a Juan Diego: “Viste que consiguió que todos lo sobaran”. Nos fuimos y me quedé pensando en el pug. ¿Cuántas veces buscamos quien “nos sobe”? Alguien que cubra una necesidad momentánea, que nos abrace, que nos ame y nos quite el dolor y el vacío.
La Biblia menciona la historia de una mujer que siempre iba a traer agua de un pozo. Un día se encontró con Jesús y Él la confrontó para que sacara a luz la verdad, pues ella había tenido muchos maridos y con el que convivía no era uno de ellos. En Juan 4:13-14 (DHH) leemos que Jesús le dijo: “Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna”.
Por eso termino dándote estos tres consejos. Si te identificas con el pug:
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Sé honesto contigo. Piensa si estás buscando a alguien que sacie tu necesidad.
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Llévale esa necesidad a Dios y permite que Él sacie esa necesidad en ti.
Al final, quizá encuentres quien sacie ese vació, pero solo será temporal. Permite que Jesús sea quien sacie tu alma y te aseguro que nunca más volverás a tener sed.
Escrito por: Melissa de Luna
Foto por: Matthew Henry