Mi mamá falleció en noviembre del 2012, fue inesperado y muy duro. Realmente puedo decir que Dios me dio un regalo grandísimo al permitirme disfrutarla por 30 años; me enseñó todo lo necesario para salir adelante en la vida, a estudiar, a trabajar, a no rendirme, a buscar siempre a Dios y servirle. Nunca me faltó una comida bien preparada o palabras de aliento, también recibí la corrección necesaria y muchas otras cosas más.
Desde que tengo memoria mi mamá asistió a la misma iglesia siempre, quedaba a una cuadra y media de nuestra casa; siempre fue una persona muy activa en el ministerio. Iba a todos las reuniones, se involucraba en todos los eventos, formaba parte de la gran mayoría de comités o juntas directivas, cuándo había una actividad especial era de las primeras en llegar y de las últimas en irse porque siempre había algo en lo que se podía ayudar, formó parte del coro y muchas otras cosas más. Su pastor y congregación la querían muchísimo.
Lo que más extraño de mi mamá…
Lo descubrí durante el proceso de su muerte. En los 6 o 7 días del incidente, velorio y entierro noté algo que me sorprendió mucho: mucha gente que yo no conocía o tenía muchos años de no ver sabían prácticamente todo de mí, de mi trabajo, de mi casa, mis logros, mi esposa, mi hijo que venía en camino, ¡hasta de mis problemas! Pero lo interesante era como me contaban que lo sabían, era algo así:
- “¿Cómo va con su casa? Su mamá me dijo que ella había estado orando por su casa.”
- “Mire que bonita su camioneta, su mamá pidió oración en una reunión para que la pudiera comprar.”
- Una amiga de mi mamá, de su curso de inglés, me mencionó algo de mi trabajo, no recuerdo que exactamente. Ella me contó que mi mamá le había dicho en una ocasión que ya se tenía que ir, porque tenía que orar por “ese algo” de mi trabajo.
- Otra amiga de mi mamá, de su curso de manualidades, sabía de algunos problemas que habíamos tenido para que mi esposa pudiera quedar embarazada porque mi mamá había estado orando por eso.
Y así un sin número de cosas que la gente sabía de mí, porque mi mamá oraba por mis cosas y pedía oración en su iglesia por mis necesidades. Incluso una persona me contó que una vez que era día de oración en la iglesia, ella llegó y como nadie más había llegado fue a pedir que igual le abrieran para entrar y orar, y que el pastor la acompañara. Para ella la oración era algo muy importante.
En fin, lo que más extraño de mi mamá son sus oraciones. Durante esos días entendí lo que estaba perdiendo, nunca lo supe o tal vez nunca lo quise notar, pero siempre había alguien que oraba por mi y por todo lo que me rodea. Le encontré un nuevo significado al versículo “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17) porque mi mamá seguramente oraba por sus propias necesidades, pero también por las mías, por la de mis hermanos y seguramente por la de muchas personas más, aunque ni se lo pidieran.
Te invito a utilizar la oración de la siguiente forma:
- Ora por alguien más, aunque no te lo pidan.
- Pregúntale a alguien si necesita oración por algo, cualquier cosa. ¡Tus oraciones tienen poder!
- Ora todo el tiempo.
- Cuéntale a Dios tu día a día, lo que te sucede, tus logros, tus necesidades.
- Nunca dudes en pedirle a alguien más que ore por ti.
Escrito Por: Victor Zamora