Hace unas semanas, con un grupo de mujeres, nos preparábamos para una actividad. Una de las tareas durante los siguientes días era subir una foto sin maquillaje a nuestras redes sociales. En ese momento, no pensé que sería tan difícil hacerlo. Lo tenía en mente y una mañana, después de hacer ejercicio, me tomé la foto. ¡No me gustó! Tomé otra, otra, y otra más, pero ninguna me gustaba. Fácil, creo que me tomé unas diez fotos y batallé al escoger cuál compartir en redes. Con esa pequeña tarea, me di cuenta de que es difícil ser vulnerable. Es difícil mostrarnos como somos, por vergüenza, y en ocasiones, por miedo a que vean esas imperfecciones que no necesariamente queremos que noten.
Me encantó una definición de vulnerabilidad que leí: “Núcleo del miedo, la ansiedad, las emociones difíciles, pero también es el lugar donde nacen las alegrías, el amor, la creatividad, la pertenencia y la fe.” Vivimos en un mundo donde se está perdiendo la capacidad de ser vulnerables. Y si la perdemos, no podremos conectarnos con las personas.
Además, la vulnerabilidad te enfrenta a tu verdad y te ubica en la situación que estás viviendo. Te deja ser una persona genuina, auténtica, y lo más importante, es que permite que te relaciones. Muchas veces queremos tapar lo que estamos viviendo para no sentir esas emociones difíciles. Lo malo es que no solo tapamos lo malo sino también lo bueno porque es imposible adormecer solo los malos sentimientos.
No debemos ser vulnerables con todos, porque no todos sabrán qué hacer con nuestras emociones. Debemos ser sabios al mostrarnos vulnerables con las personas, pero sí debemos serlo con Dios y con nosotros mismos. Eso es una muestra de humildad porque reconocemos que solos no podemos y que lo necesitamos a Él. 2 Corintios 12:9 dice: “Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad”. Todos vamos a fallar porque estamos llenos de imperfecciones, por eso, el ser humano necesita de la gracia de Jesús.
¡Mostrémonos como realmente somos, no como pensamos que deberíamos ser! Dejemos de escondernos detrás de filtros que solo nos desconectan de nuestra realidad y de las personas.
Por: Melissa de Luna