Existe un movimiento llamado Trash is for Tossers, creado por Lauren Singer, una joven ambientalista apasionada por proteger el medio ambiente. El movimiento motiva a los involucrados a tener una vida con poca o nada producción de desperdicios. Lauren logró que toda la basura que produjo durante cuatro años fuera tan poca que cupiera en un pequeño frasco (video), y ahora ella motiva a otros a lograrlo también.
¿Qué pasaría si te digo que nuestra vida en general puede ser así? Si, te digo que puedes hacer el viaje de la vida sin desperdicios. Y aunque me encantaría que tomaras esto de forma literal para preservar el medio ambiente, no me refiero únicamente a ello. Déjame trasladar mis pensamientos en estas letras.
La vida es bella, pero no es perfecta (nunca nadie lo prometió). Hay experiencias que pasan dejando un sabor amargo, decisiones que traen el pesar del remordimiento, rechazos que marcan el caminar, pérdidas invaluables, etc. Podría continuar con la lista pero no te quiero deprimir. Todos esos momentos pueden llegar a rebotar en tu mente y corazón y dejar una interrogante: ¿por qué? Y aunque me encantaría darte una respuesta, lamento decirte que no la tengo. Pero que existe algo mejor.
La Biblia dice en Romanos 8:28 (NTV): “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos”. Me encanta pensar que no hay casualidades ni experiencias en vano, y aunque debemos cuidar nuestro caminar, aún aquellas malas decisiones que tomamos no están fuera de la redención.
Una de las reglas con las que crecí en casa al sentarme a la mesa fue “aquí nada se desperdicia”. Todo lo que era puesto en mi plato debía comerse. Esa regla se aplicaba solo a los hijos de quienes la crearon, es decir a mis hermanos y a mi, pero no a los invitados. De la misma manera, la promesa escrita en Romanos 8:28 es sólo para aquellos que creen que el autor de la misma tiene un propósito para Sus hijos. Es para aquellos que por amor dejan cada experiencia, buena o mala, en las manos de Dios, sabiendo que allí nada se desperdicia. Es para aquellos que saben que el dolor es una oportunidad de crecimiento, que hay un propósito escondido en el quebranto y que el rechazo puede redireccionarlos. Es para aquellos que están convencidos que una mala decisión servirá de aprendizaje y que inexplicablemente Dios puede hacer belleza de cenizas, convirtiendo mal para bien.
Si estás leyendo esto no es casualidad. Especialmente si eres como yo y tratas de unir los puntos antes de tiempo para comprender las situaciones de vida. Entrégale hoy tu experiencia incomprendida a nuestro Padre. Sea buena o mala deja que Él haga lo suyo, porque la vida con Él es hermosa y puede ser vivida con cero desperdicios.
Por: Mónica Tello