Hace unos días, fuimos a cenar con Juan Diego y mi familia. Ya habíamos terminado de comer y mi hermano pidió un postre. Era un pastel de chocolate. Soy fan del chocolate, pero creo que mi hermano me gana. Cuando llevaron el pastel a la mesa, todos dijimos: “Se ve espectacular”. Pero lo que más aprecié fue ver a mi hermano. Al poner la primera cucharada en su boca, cerró los ojos con una expresión de satisfacción y empezó a masticar muy lento. Se notaba que disfrutaba al máximo el sabor que inundaba su paladar. Comencé a reír al ver sus muecas, y recordé una de las cosas que le pedí a Dios para este 2017: simplemente disfrutar más de la vida.
Soy de las personas que se proponen metas al inicio de año, y para este, me propuse tres cosas: ser más agradecida, aprovechar cada oportunidad que se me presentara y disfrutar más la vida. Salomón, ese hombre tan sabio, escribió: “Mientras tengamos vida, hagamos lo bueno y pasémosla bien. El comer y el beber, y el disfrutar del fruto de tanto trabajo, es algo que Dios nos permite”. (Eclesiastés 3:12-13 TLA)
Muchas personas creen o dicen que disfrutarán de la vida hasta que tengan algo o logren alguna meta específica. ¿Por qué no empezar a disfrutar lo que ya tienes? Sea mucho o poco, no esperes hasta tener algo o lograr que alguien esté en tu vida para ser feliz.
Cierto estudio menciona que una de las condiciones para ser más felices es pensar en la muerte y aceptarla sin ningún problema. Esto te vuelve más consciente de cómo puedes disfrutar la comida, una buena taza de café, tus conversaciones, tu familia, tus amigos, el paisaje, tu trabajo, tus estudios y cada cosa que hagas como si hoy fuera el último día de tu vida. Realmente es un excelente ejercicio que todos podemos hacer al iniciar nuestro día. Y al terminarlo, evalúate, para saber cómo mejorar tu actitud al día siguiente.
¡Deja de quejarte por lo que no tienes, empieza a ser más agradecido y a disfrutar todo lo que tienes!
Por: Melissa de Luna