Como siempre me pierdo y no siento noción del tiempo. Aunque mi sentido cuerdo no encaje en mi cuerpo, abrazo el pecado. No porque quiera hacerlo pero a veces mi carne gana a la seducción de cometerlo. Si tan solo no me dejara llevar por mi instinto natural, las atrocidades han de cesar y hacer girar en mí ese umbral de abrazar el pecado.
Somos tan simples e inconsistentes siendo humanos. Del creador somos, y hechos con Sus manos. ¿Cómo tanta complejidad, hechos en su verdad, nos hace vivir en momentos de brevedad?
Como cuando sufrimos y vivimos. Sentimos y morimos.
Una vez y muchas, me dejé ir en el sentimiento y sufrimiento, sin conocer el Renacimiento real (Jesús). Y no me miento, lo vi lento. Como un ciento de cuentos, atrapados en un alojamiento mental, intensos como lienzos quemaban mis pensamientos cada día.
Como cuando decidí abandonarme al olvido, pensando que todo lo había vivido. Esos problemas infinitos que me replicaban a gritos: “No vas a poder”.
La depresión para esa ocasión. Pobreza en cada lugar, con franqueza. Enfermedad física y mental.
Y es que es fácil ver lo difícil y hablar de tanto. Cuando lo bueno esta adelante, en momentos, sentimientos y pensamientos que nosotros no comprendemos. Si no que Dios con su misericordia nos quita esa discordia y nos llena de amor, de ese calor y vida. En donde Él se lleva el pavor y siento como un fuego quema dentro de mí todas esas cosas que me atan a la muerte.
Ahora, no me preocupo por lo que va a pasar porque en Sus manos estoy a salvo. Sí, me preocupo si peco, aun sabiendo que Él al final me va a perdonar. Mejor dicho ya me perdonó y por su amor soy llamado su hijo.
Escrito por: RZ