Hace un tiempo, de la nada, apareció en el jardín de la casa de los papás de mi esposa (en ese entonces mi novia) un curioso perro labrador. Con su pelaje negro, energía y amigable interacción obtuvo rápidamente el cariño de toda la familia, y no digamos el mío. Definitivamente no soy amante de los perros, aún teniendo durante toda mi vida de soltero animales en casa, pero este can de alguna manera se ganó mi corazón. Fue tanta mi fascinación con él que hasta le puse nombre. Por su color lo nombré Chocolate.
Sin embargo, a los 4 o 5 días Chocolate desapareció. Así como llegó, se fue. Sin avisar, sin esperarlo. Aunque mi aparente indiferencia con los animales lo niegue, no pude evitar entristecerme un poco. Pero la vida continuó.
Lo curioso es que a las dos o tres semanas de su partida, ¡Chocolate regresó! Lo gozamos 2 o 3 días, y después volvió a desaparecer. ¿Y saben qué? ¡Volvió a aparecer como a las 5 semanas! Este ciclo sucedió muchas veces más. Nos dimos cuenta que Chocolate regresaba sólo a comer y dormir, y al aburrirse se iba. De hecho, nunca lo vimos delgado, por lo que se nos ocurrió que seguramente el perro tenía varios dueños e iba de casa en casa pidiendo comida y refugio, y sin duda ilusionando y quebrando los corazones de los temporales dueños.
Al pensar en Chocolate recordé que muchas veces nosotros hacemos los mismo con Jesús: regresamos a Él sólo cuando tenemos necesidad. Pero lo bonito de esto es que Jesús nos ama con todas sus fuerzas y anhela estar cerca de nosotros siempre, aún cuando por temporadas nos escapemos o lo busquemos solo por interés. La Biblia nos dice que Dios nos anhela celosamente, por lo que nunca olvidemos que en su casa siempre encontraremos alimento, amor, protección y seguridad, sin importar nuestra condición, cuanto nos alejemos o incluso lo que alguien más pueda decirnos.
No es lo mismo que Dios te ame a que dejes que Su amor tenga un efecto en tu vida. Así como estoy seguro que hubiésemos adoptado con amor a Chocolate si el se hubiese quedado, puedo asegurarte que tu vida será mejor si decides nunca alejarte de Dios.
Escrito Por: Chitio Rendón