Probablemente todos en algún momento de nuestra vida nos hemos hecho alguna o varias preguntas como estas:
“¿Por qué sucedió aquello que me dolió tanto?”
”¿Por qué Dios permitió que sufriera en esa etapa de mi vida?”
”¿Por qué perdí a ese familiar que tanto amaba?”
Puede ser que hoy en día tu pregunta sea: “¿Por qué Dios permite esta pandemia?”
Hay un personaje bíblico que tiene maestría en estas preguntas. No porque tenga las respuestas a todas esas interrogantes, sino porque experimentó la pérdida de familia, riqueza y salud. En cuestión de días, Job pasó de ser un hombre de influencia y recursos a uno sarnoso, pobre y apartado por la sociedad.
Lo curioso del libro de Job es que cuesta entender por qué alguien como él tuvo que vivir todo eso, alguien a quién Dios calificaba de “recto, intachable y apartado del mal”. Es difícil entenderlo, aun cuando desde el capítulo uno Dios nos muestra que todo era para que quedara claro que la adoración de Job no era por los recursos, familia o salud.
Después de todo lo que sufrió, como todo ser humano, Job comenzó a cuestionar a Dios y a exigirle una explicación acerca de lo que estaba viviendo. Plenamente consciente de que estaba teniendo malos pensamientos acerca de Dios, Job llegó al punto de pedirle al Señor que acabara con su vida. Si tu te has sentido identificado con esto, continúa leyendo.
Finalmente, Dios aparece en escena para responder los cuestionamientos, quejas y todo lo que Job le había manifestado. El autor Phillip Yancey resume la respuesta de Dios a Job así:
“Job, mientras no conozcas mejor cómo se gobierna el universo físico, no me digas cómo gobernar el universo moral.”
Yancey también escribió: “Dios critica a Job solamente por una cosa: su limitado punto de vista. Job ha basado sus opiniones en evidencias incompletas, percepciones erróneas. Para corregir ese malentendido, Dios expande el campo de visión de Job de su propia circunstancia deprimente al universo entero.”
Job arrepentido dice: “Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas… De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”. (Job 42:3-5)
En conclusión, el proceso que vivió Job fue el de mantener su fe en medio de lo que estaba viviendo. Claro que podemos preguntarle a Dios “¿Por qué permitió?”, pero seguro será más provechoso seguirle creyendo “a pesar de”.
El “¿por qué?” será muy difícil entenderlo, tal vez nunca lo comprenderemos, pero la fe en que Dios sigue siendo bueno no se debe perder. Viktor Frankl, sobreviviente de un campo de concentración nazi, concluyó que la peor desesperación es sufrir sin un significado.
Job después de su proceso pudo decir: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven” . Seguramente conocerás a Dios o ya lo conociste de una forma distinta a raíz de eso que viviste o estás viviendo. Tal vez en este proceso de cuarentena conocerás a Dios de una forma diferente. Lo más saludable en este momento es preguntarnos:
“¿Para qué me servirá esta pandemia?” , y de esta forma le encontraremos significado a todo esto.
Por: Fernando Pappa