Acabo de cumplir años, ahora estoy muy cerca de las tres décadas, y es un buen momento para ver hacia atrás, evaluar, meditar y agradecer. Dentro de esto, puedo decirte que soy un hombre que le gusta cultivar amistades en todos lados, de todo tipo y de calidad. Desde que era pequeño, tengo esa dicha y ese gusto. Estar “callejeando” con amigos mientras jugábamos. Muchas veces me han regañado mis papás por todo el tiempo que tendía a estar afuera con amigos. Y así ha sido mi vida, hasta el día de hoy.
No importando la etapa o la temporada, considero ser alguien que le gusta ofrecer mi amistad, en buenos y en malos momentos. Pero este blog, para nada pretendo que hable de mí, sino de la amistad. A lo largo de esta vida de casi tres décadas, he aprendido que no hay una amistad sin la capacidad y disposición de: ‘entrega y ofrecimiento’. Te lo muestro con la Biblia, en Proverbios 18:24 (RVR1960), que enseña: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.”
La palabra clave en este pasaje es: mostrarse, que podemos utilizarlo bajo este contexto como sinónimo de entregar u ofrecer una amistad. Entonces, acompáñame a ver la historia de un personaje que lleva este título delante de Dios. Hablo de Abraham y quiero resaltar la historia donde él y su esposa Sara reciben la promesa de Dios, por la que habían creído durante mucho tiempo. Nace su hijo, Isaac.
Estamos hablando de que esta promesa tomó aproximadamente 25 años de fe y paciencia por parte de Abraham y Sara. Desde que Dios les hace la promesa hasta que la reciben. Entonces, imaginemos cuánto valía para ellos esta respuesta de Dios a través de su hijo Isaac. De esa manera, sucede que valoramos mejor aquello que nos cuesta más o nos toma largo tiempo conseguirlo. Cuanto más, sí se trata de un ser amado, como un hijo.
Pero esta historia tiene un momento crucial, donde Dios le pide a Abraham que sacrifique ese hijo por el que tanto esperaron y creyeron. Y obedientemente Abraham toma a Isaac y lo lleva para entregarlo u ofrecerlo en un holocausto a Dios. La historia no termina en muerte, sino en que un ángel de Dios detiene a Abraham al ver la disposición que tuvo para entregar lo más valioso que tenía. Génesis 22:12 (RVR 1960): “Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”
Quiero que veas la capacidad y disposición de ofrecimiento que tuvo Abraham. Uno de los rasgos que más resaltan en la identidad de este hombre, lo llevaron a ser llamado de la siguiente manera, según Santiago 2:23 (RVR 1960): Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
¿Lo puedes ver? Tener la capacidad de ofrecer y entregar lo más preciado, estar dispuesto a devolver a Dios todo cuanto tengamos nos puede hacer amigos de Él. ¡Qué impactante título y reconocimiento obtuvo Abraham! Mi oración desde ahora es: “Señor quiero ser tu amigo, que esté dispuesto a entregarte todo cuanto me pidas, sin dudarlo, sin aferrarme a nada ni nadie. Donde tú seas siempre mi primer lugar”.
Imagina, rendirle a Dios a tus seres queridos, tus bienes más preciados, tus costumbres y todo lo que te conforma como individuo, con tal de obedecer, pero también de ofrecerle a Dios una amistad.
Esta es una invitación, a que primero, te muestres amigo, ofrece a Dios tu disposición de amistad, pero también a que puedas unirte a un grupo de amistad de nuestra iglesia, o mejor aún, que abras un grupo de amistad.
¡Dios te bendiga!
Por: Gerardo Pappa