Tengo diecisiete años de tener mi licencia de manejo y de conducir un vehículo. Le agradezco a mi papá por “tirarme al agua” desde joven. Empecé a llevarme el carro en el último año de colegio y cuando ya trabajaba y en la universidad ya manejaba sin miedo. No había tanto tráfico como ahora y mis rutas siempre eran las mismas.
En un trabajo que tuve hace catorce años tenía que hacer visitas a algunos clientes que estaban en las afueras de la ciudad, pero me daba mucho miedo perderme porque soy un poco desubicada. Durante esa época en Guatemala no existía Waze, Google Maps o algún dispositivo GPS como hay ahora y recuerdo que en una oportunidad mi papá me dio instrucciones de cómo llegar, pero viré en una calle y me perdí horrible. Llamé a mi papá llorando porque estaba en callejones peligrosos y no sé cómo logré salir a la ruta principal. ¡Cuando llegué a mi destino estaba temblando del pavor por la pérdida que me había dado!
Evité esa ruta durante muchos años hasta que apareció Waze y el GPS en mi vida. Mi esposo dice que soy exagerada porque conozco la ruta que debo tomar, pero siempre pongo Waze, no sé si para sentirme segura de que no me voy a perder aunque vaya a la vuelta. Y si me paso, automáticamente me da otra dirección aunque me tarde un poco más en llegar. Y también me dice qué ruta debería de ser la mejor por el tráfico, sin gritarme o alegarme.
En la vida muchas veces vamos como cuando manejamos. ¡Cuántas veces no nos hemos perdido por tomar las rutas incorrectas y literalmente nos paralizamos a causa del temor porque no sabemos a dónde vamos! O nos hemos desviado a tal punto de que nos tardamos más en llegar a donde teníamos que llegar.
Jesús les dijo a Sus discípulos: “En realidad, a ustedes les conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Espíritu que los ayudará y consolará no vendrá; en cambio, si me voy, yo lo enviaré”. Juan 16:7 (TLA).
Me imagino que Jesús sabía que en algún momento de la vida nos íbamos a perder, pero necesitábamos un GPS o Waze para guiarnos y ayudarnos a no perder el rumbo. Mira lo que dice en Juan 16:13 (TLA): “Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de Dios el Padre, y les enseñará lo que está por suceder”.
El Espíritu Santo es nuestra guía y nuestro GPS. Y si por alguna equivocación no seguimos el camino que Él nos había dado, estoy cien por ciento segura de que con tanto amor y paciencia vuelve a “recalcular” el camino que tenía para nosotros y nos da otra salida. Puede que sea un trayecto más largo, pero seguro que llegamos a la meta que Él nos ha trazado.
Hoy es un buen día para invitar al Espíritu Santo a tu vida y que sea Él quien te guíe. Puede que pienses que estás mal, en pecado o lejos del Señor, pero por testimonio vivo te digo que Él es un Dios de amor que no te va a juzgar ni criticar, y más bien te va a abrazar, a amar y darte el mejor camino que puedas recorrer. ¡Acércate hoy al Espíritu Santo!