En muchos países no nos parece extraño que durante un semáforo rojo veamos personas sosteniendo un vaso de plástico o una gorra pidiendo limosna. Hace varios meses comencé a jugar algo terrible que llamaré “¿puede o no puede conseguir trabajo?” Básicamente pasaba un escáner para determinar si esa persona merecía unos centavos o si podría ir a conseguirlos trabajando. El tema de dar o no dar es realmente la cuestión.
Cuando Juan estaba predicando el Evangelio y anunciando a Jesús, las personas se le acercaron a preguntarle cómo podían dejar de ser “una generación de víboras y dar frutos de arrepentimiento”; este les contestó: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo… [a los publicanos] no exijas más de lo que se te ha ordenado… [a los soldados] No extorsionen a nadie, ni calumnien; estén contentos con su salario” (Lucas 3:10-14). ¿Se dan cuenta de que todas las acciones tienen que ver con cómo debemos ser con el prójimo?
Otra revelación de la Palabra de Dios para mí fue la cantidad de veces que Dios ordena cuidar a las viudas y a los huérfanos. Es tan intenso el llamado que en Santiago 1:27 se dice lo siguiente: “La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo”. Hay otro más intenso en Éxodo 22:22-24: “No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si tú y tu pueblo lo hacen, y ellos me piden ayuda, yo te aseguro que atenderé a su clamor”.
Nadie, absolutamente nadie, quiere estar en medio de ellos y de Dios, solo digo.
Creo que este blog no pretende establecer si debemos o no dar dinero en semáforos, sino hacer un llamado a tomar la responsabilidad de ser las manos y los pies de Dios en este mundo. En Mateo 25:34-39 encontramos estas palabras: “Y el Rey dirá: ‘Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos [alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, invitar al extranjero a su casa, dar ropa al desnudo, cuidar al enfermo, visitar al prisionero] mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”.
Me despido con otra bomba que se encuentra en 2 Corintios 9:9: “Comparten con libertad y dan con generosidad a los pobres. Sus buenas acciones serán recordadas para siempre”. Más adelante dice: “Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos; y cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios”.
Seamos generosos porque eso es ser obedientes a las buenas noticias de Cristo. Seamos generosos para que Jesús sea glorificado. Seamos generosos como Dios lo ha sido con nosotros.
Por: Daniela Quintero de Ardón