Quiero escribir sobre fe sin que se confunda con motivación, porque hay diferencia entre creer y ser positivo. ¿Por qué es necesario hacer la distinción? Porque en momentos de dificultad florecen las personas con palabras positivas o frases motivacionales; y entre la fe y la motivación hay un abismo de diferencia.
La motivación te alienta con palabras bonitas y apela a tus sentimientos, te lleva de la mano haciéndote dependiente de ella y te hace repetir una y otra vez que todo estará bien.
La motivación depende de la inteligencia y estrategia psicológica que estimula tu cerebro y te hace sentir emocionalmente mejor; trabaja sobre lo que se ve, trabaja con el dibujo ya trazado, trabaja con líneas guías sobre las cuales se intuye el dibujo final; si hay un dibujo trazado, te habla sobre su forma y cómo se ve.
Pero ¿sabes? La motivación no hizo ni sabe nada sobre la procedencia de dicho trazo en la hoja. Trata de entender ese bosquejo, de explicarlo y darle sentido, pero la motivación no es la creadora de dicha obra, por lo tanto, sus intentos de arreglarlo o de mejorarlo son limitados.
Y es en la limitación de la motivación donde la fe hace su notable y abismal diferencia. La fe estuvo antes que la motivación y estará después. Es la creadora de la hoja en blanco y es ella la que ha trazado ese dibujo sobre el cual la motivación trata de hacer sus comentarios. La fe es la que ha dado el origen a tu esencia, a lo que ves en el espejo, a lo que ves en el momento cuando tu título universitario no te sirve, cuando tu trabajo no te define, cuando tu talento no es tu propósito.
Ahora bien, la fe es “la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). La fe es tener certeza de que eres obra del único que sabe cómo la terminará; es la que te amarra siempre a ser dependiente de Dios aun en momentos como el que vivimos, cuando no vemos claramente en dónde está el trazo y abruptamente nos damos cuenta de que no tenemos nada en la hoja.
En estos momentos no puedes estar contigo mismo porque has estado distraído con la motivación de las redes sociales o de las modas y no te habías percatado de quién eres. Hoy es momento para agradar a Dios cediendo nuestro ego y dándole lugar para que nos demuestre nuestro propósito. Para eso debes darle lugar a la fe.
La fe hoy te retará a ver en la hoja en blanco lo que Dios ve, la fe será capaz de crear de la nada una obra de arte o hacer de una mancha una obra maestra. La fe te ata a tu propósito y te traslada a tu futuro, sin afanarte de tu presente.
Por: Nathán Ardón