Las relaciones son muy importantes para el ser humano. No existe aspecto en nuestra vida en donde no tengamos que interactuar con los demás. Podemos decir que la calidad de nuestras relaciones puede añadir alegría o tristeza a las etapas que atravesamos en la vida. No es lo mismo pasar por una pérdida apoyados por un amigo que despedir a un ser querido en soledad o celebrar un cumpleaños sin recibir un abrazo. Sentirnos comprendidos, apoyados y valorados provoca algo en nuestro corazón que puede impulsarnos y detonar en nosotros cosas que no imaginamos. Sin embargo, las relaciones que formamos también pueden frenarnos, perdernos y hacernos fracasar.
Lo anterior puede llevarnos a pensar que debemos elevar la calidad de las relaciones que construimos (o eso intento provocar con estas letras). Posiblemente mientras leas esto vengan personas a tu mente que desees alejar de tu vida y otras que te gustaría atraer. No sé si sea cierto que somos resultado de la combinación de las cinco personas con las que pasamos más tiempo, pero definitivamente atraemos lo que somos. Y lo que quiero decir con eso es que, si quieres mejores relaciones, debes comenzar siendo una mejor versión de ti misma.
Es lo que Jesús trató de explicarle a una mujer samaritana en una fuente (es una historia fascinante que encontramos en Juan 4). Divorciada cuatro veces y buscando una quinta relación cuando Jesús le dijo entre líneas que no se trataba de cambiar de esposo, sino de convertirse en un manantial de vida. No era lo que ella podía obtener de otros, sino lo que podía suceder dentro de ella. Quiero pensar que ese encuentro con el Agua Viva en persona llevó a la mujer samaritana a tener la capacidad de construir una relación que durara para siempre. Porque si hablamos con honestidad, no podemos hacer nada para cambiar las acciones de los demás, ni siquiera las de aquellos que nos han lastimado; sin embargo, perdonar la ofensa lo cambiará todo en nuestro corazón.
No se trata del patrón que se repite en tus relaciones, sino la razón por la que tú buscas ese patrón. No se trata de la persona que se aprovecha de tu bondad, sino de la falta de límites que pones en tus relaciones. Antes de encontrar personas seguras para amar, debes ser una de ellas.
Así que la pregunta para ti es: ¿Qué estás sembrando en ti para que fluya en tus relaciones? Los aviones al realizar un pequeño giro en el timón pueden cambiar completamente el curso a donde se dirigen. A lo mejor no te gusta el destino al que tus relaciones están llevándote o quizás sea momento de un cambio en ellas.
Comienza por lo que llevas dentro y ese pequeño giro te llevará a nuevas relaciones y… quién sabe: talvez a un nuevo destino.
Por: Mónica Tello