Hace algunos años, mientras servía en un retiro de mi iglesia, escuché predicar a uno de mis líderes acerca de guardar nuestro corazón para la persona adecuada. Entre todas las cosas que él dijo, hubo algo que sobresalió para mí: “Lastima que siendo el corazón lo más valioso que tenemos, es lo que más fácilmente regalamos”. Inmediatamente esto me hizo pensar en cuántas veces le “entregue” mi corazón a la persona equivocada y en cómo, cada vez que me lo “devolvían”, regresaba dañado.
Desde hace mucho tiempo he sabido que lo mejor es poner mi corazón en las manos de Dios, para que Él lo guarde y me guíe a la persona que tiene preparada para mi. Sin embargo, aunque estaba consciente de ello, no lo practicaba. Colocaba mi corazón en manos equivocadas y eso hacía que se lastimara. Me enamoraba de personas que no valoraban quién era yo o qué hacía, o eran chicas que no estaban seguras de lo que querían o simplemente me rechazaban. Todo esto provocó que no quisiera tener una relación seria con alguien, por miedo a que me dañaran aún más. Me di cuenta de que me gustaba el proceso que conlleva enamorar a alguien, pero cuando las cosas se iban poniendo serias, huía para no lastimarme sin pararme a pensar que de igual forma esto también estaba dañando a la persona que sí deseaba estar conmigo.
Gracias a Dios este año eso cambió. Aprendí que mi trabajo es guardar mi corazón de la mejor forma posible y Dios se encargará de hacer llegar a mi vida a la mujer que Él tiene para mí. También aprendí que no debo engañarme con un lindo físico o una buena personalidad porque lo que más importa es lo que se tiene en el corazón.
Así como nuestro corazón natural es el encargado de bombear la sangre a todo nuestro cuerpo para que este funcione bien, también lo es el espiritual, quien se encarga de bombear a nuestro ser todo lo bueno o malo que tengamos en él. Por tanto, cuando nos guste alguien debemos evaluar cómo habla, actúa y piensa, y así sabremos lo que en verdad hay en su corazón.
Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Esto confirma la importancia que tiene el corazón que Dios nos dio y por esa razón, para evitar que lo lastimen, no se lo demos a alguien tan solo porque nos gusta. Si ya lo tienes lastimado, pídele a Dios que entre en él y sane tus heridas. No seas inestable emocionalmente para no bombearle eso a tu espíritu y ser así en todas las áreas de tu vida; más bien deja que Dios sea quien se encargue de tu vida sentimental y estabilice tus emociones.
Dios tiene a alguien especial para ti, solo procura reservarte para esa persona y así entregarle lo mejor de ti. No pases besando sapos para encontrar tu príncipe o princesa, mejor aguarda y obtén lo que realmente te mereces.
Escrito Por: Luis Tuchez