¿Qué es lo primero que se te ocurre cuando piensas en la palabra chisme? Yo me imagino a una señora como doña Florinda, de aquel famoso programa “El chavo del 8”. Se me hace que tiene un aspecto poco atractivo, con intensiones hostiles y un humor irritante.
Ahora te cuento que, según el diccionario de la RAE la difamación es: desacreditar a alguien, poner algo en bajo concepto y estima. Y el chisme está definido como: noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna.
Te contaré una anécdota sobre el poder de la difamación y el chisme en la vida secular. En Guatemala, se corrió un chisme sobre el billete con valor de doscientos quetzales y que este iba a salir de circulación o iba a dejar de tener valor. Fue muy efectivo, en ciertos mercados, comercios y negocios dejaron de recibir dicho billete por tal chisme. A los días, el presidente del Banco de Guatemala salió a desmentir este rumor. Pero para este punto, muchos comercios dejaron de percibir o vender por darle credibilidad a un simple chisme.
Cuántas veces hemos participado como oyentes o como emisarios de un chisme sobre alguien en nuestro entorno, con cosas que desacrediten y demeriten su valor y de esa manera nos perdemos la oportunidad de haber conocido a alguien nuevo, haberlo podido bendecir, o ser bendecido, de manera similar por culpa de ese “billete de doscientos”.
En la Biblia hay muchos ejemplos de esto, te muestro un pasaje: 1 Corintios 6:9-10 (TLA): No se dejen engañar. Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán en el reino de Dios. Me refiero a los que tienen relaciones sexuales prohibidas,[a] a los que adoran a los ídolos, a los que son infieles en el matrimonio, a los afeminados, a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a los ladrones, a los que siempre quieren más de lo que tienen, a los borrachos, a los que hablan mal de los demás, y a los tramposos. Ninguno de ellos participará del reino de Dios.
En esta lista larga de quienes no participan en el reino de Dios, están los que “hablan mal de los demás”, enlistados junto a los pecados que catalogamos muchas veces como “más graves”. Así de importante es que consideremos, de ahora en adelante, qué decidimos escuchar o decir sobre alguien más. ¿Qué posición toma nuestro corazón cuando estamos a punto de participar en la difamación y chisme sobre alguien?
Primero: recuerda evaluar con qué intenciones participas en el chisme, ya que Dios siempre se fija en el corazón: 1 Samuel 16:7 (RVR1960): Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Segundo: Dios utiliza su boca para crear, para bendecir y afirmar… todos debemos imitarlo actuando de igual forma. Salmos 33:6 (RVR 1960): Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. Mateo 4:4 (RVR 1960): Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Tercero: acostumbra a tu mente, cada vez que participes en un chisme, le debes una adoración a Dios, esto promete educar tus hábitos y cambiar las malas prácticas por buenas. Salmos 34:1 (RVR 1960): Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. Salmos 71:8 (RVR 1960): Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día.
Por: Gerardo Pappa