Hace unas semanas estábamos por celebrar el cumpleaños de mi sobrina y recordé que su personaje favorito es Minnie Mouse. Después de salir del trabajo pasé a una tienda a buscar algo que le pudiera gustar. Finalmente, luego de buscar exhaustivamente, encontré un globo metálico de helio con la cara de Minnie Mouse.
Como faltaban unos días para la celebración, escondí el globo en el estudio de la casa. Pero no pasaron quince minutos y mi sobrina lo encontró. Debo confesar que realmente no soy el mejor escondiendo cosas. Ella fácilmente encontró el globo y pude ver el brillo de sus ojos al ver su sorpresa. Se puso muy contenta y le di una sola instrucción: “no vayas a salir con el globo porque puede salir volando y perderse”.
Pasaron diez minutos desde el momento que le aconsejé eso y empezó el caos en mi casa. El globo había salido volando. Seguramente en este momento se encuentra varado en algún punto del Sistema Solar. Se fue y nadie pudo rescatarlo, mi sobrina lloró desconsoladamente sin entender porque su regalo ya no estaba junto a ella. Regresé a la tienda y compré otro, ¡el tío Diego logró salvar la celebración!
Al suceder eso pensé que todos merecemos una segunda oportunidad para disfrutar algo. Recordé una historia de la Biblia, en donde Pedro después de negar a Jesús en tres diferentes ocasiones, regresa a su antiguo oficio. Volvió al negocio de la pesca, seguramente con el pensamiento de que había perdido la oportunidad de su vida, y cuando la frustración y tristeza se habían apoderado de él, entró Jesús de nuevo a la escena, para volver a llamarlo y pedirle que juntos transformaran el mundo.
En determinado momento podemos cometer errores y podemos pensar que todo se acabó, que no hay manera de arreglar las cosas. Pero hoy tengo muy buenas noticias: nuestras faltas, errores e incluso pecados no nos definen. En Dios podemos encontrar una nueva oportunidad para volver a hacer las cosas bien.
Disfrutemos ese regalo que Dios nos da para comenzar de nuevo. Recordemos que nuevas son sus misericordias cada mañana y que en Él podemos encontrar otra oportunidad.
Por: Diego Herrera