Cuando tuve la primera oportunidad de trabajar en relación de dependencia a mis 18 años, recuerdo que tenía varias opciones para gastar o invertir mi primer sueldo. Entre ellas, durante varios meses venía creyendo por la compra de una computadora.
El trabajo consistía en instalar alfombra en casas nuevas; por lo tanto, se pagaba de acuerdo con la cantidad de trabajo semanal realizado. Al ser mi primer trabajo, tenía un ideal de cuánto ganar y las primeras dos semanas cumplieron mis expectativas. Sin embargo, las semanas siguientes la cantidad de trabajo fue disminuyendo. Solamente tenía un mes y tres semanas para poder trabajar, y no estaba alcanzando la meta que me propuse en ese tiempo.
Trabajar fue una experiencia que disfruté y que formó mucho mi carácter. Al finalizar, no logré juntar el dinero para comprar mi computadora; tenía otras prioridades y gastos que estaban por encima de mi ansiada compra. En efecto, esto me desmotivó un poco, pero sabía que habría otra oportunidad para adquirirla en el futuro.
En casa, desde niño me enseñaron que honrar a Dios con mis diezmos y ofrendas traería bendición sobre mi vida. Con mi primer sueldo, recuerdo haber apartado el diezmo para darlo por obediencia y fe. Anteriormente, había escuchado de hombres y mujeres de fe que habían sido fieles en esta área de su vida y Dios los había prosperado.
Pasaron cinco meses y, en efecto, Dios permaneció fiel. Apareció una persona que me estaba regalando una computadora y, para mi sorpresa, era mucho mejor que la que yo quería comprar. Comprendí que a Dios nunca le voy a ganar en dar y que Él siempre permanece fiel a Sus promesas. Ahora puedo compartir estas tres convicciones claves de mi primera experiencia obedeciendo a Dios:
Dios es el dueño del oro y la plata
En Hageo 2:8-9, Dios afirma ser el dueño del oro y la plata. También afirma que la gloria futura será mejor que la pasada. Esto me hace entender que mis recursos no son pretexto para que Él me dé lo que tiene guardado para mí. Para Él nada es imposible.
Toca vivir en fe y obediencia
A nosotros nos corresponde obedecerle y creerle; Él hará el resto. En Hebreos 11:17-19 podemos ver cómo Abraham fue obediente y tenía la certeza en su corazón de que Dios iba a permanecer fiel a su promesa. Al momento de sacrificar a Isaac, Abraham sabía que Dios tenía el poder para devolverlo de entre los muertos porque para Dios no hay imposibles.
Dios nos permite ponerlo a prueba
En Malaquías 3:10 podemos observar que hay una sola cosa en donde Dios nos permite ponerlo a prueba; es en dar nuestros diezmos y ofrendas. Él sabe que se requiere de fe para poder entregar aquello que nos cuesta obtener con esfuerzo. Él sabe que se requiere de fe para sacrificar aquello que tanto anhelamos en nuestros corazones.
Finalmente, entendí que Dios quiere ser el primer lugar en mi corazón; solo me pide que crea en Su Palabra y del resto Él se encarga. Ahora te puedo dar testimonio de que Dios permanece fiel a Sus promesas; te motivo a que empieces a ser obediente en esta área de tu vida. Cree en que, al ser obediente en diezmar y ofrendar, Él va a derramar bendiciones de parte de los cielos para tu vida.
Por: Andre Rangel