No sé tú, pero en lo personal, disfruto mucho la temporada de verano. Y no es por el calor, sino porque en esta época se cosechan frutas deliciosas, como el mango. En Guatemala, hay frutas que solo se dan en ciertas temporadas, y el mango es un claro ejemplo. No está disponible todo el año, por lo que su cosecha requiere cuidado especial. Detrás de cada fruto hay un proceso: desde la siembra hasta el momento de disfrutarlo.
Lo mismo ocurre con nuestra vida. Como hijos de Dios, somos llamados a dar fruto en todas las áreas de nuestra vida. Jesús nos pide en Mateo 7:15-18 que podamos dar fruto bueno o malo, y nos exhorta a velar por producir buen fruto.
A continuación, te comparto algunas maneras en las que podemos dar buen fruto y compartirlo con los demás: a) Escucha, comprende y pon en práctica la Palabra de Dios. b) Ora y permite que la Palabra crezca en tu vida. c) Ama a los demás como Jesús te amó. d) Sé fiel y cumple tus promesas. e) Sé amable con todos. f) Cultiva el autocontrol.
Sin embargo, no podemos hacerlo solos. Si intentamos dar fruto en nuestras propias fuerzas, tarde o temprano nos agotaremos. Necesitamos al Espíritu Santo para sostenernos y mantenernos conectados a la vid verdadera. Por eso, en nuestros tiempos de oración e intimidad con Dios, debemos pedirle con claridad y de forma específica que nos ayude a dar fruto. Gálatas 5:22 nos recuerda: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.
¿Has reflexionado sobre cómo está tu corazón en estas áreas? ¿Cuáles de estos frutos necesitas fortalecer más? Un buen ejercicio es hacer un “termómetro personal” para evaluar si estamos agradando a Dios con nuestras acciones y actitudes. En Su palabra vamos a encontrar los pasos y la guía que necesitamos.
En lo personal, he estado experimentando cómo Su palabra está transformando mi vida; me encantaría que tú pudieras disfrutar de este proceso tan especial. La clave para dar fruto está en permanecer en la vid verdadera. En Juan 15:5-8, Jesús nos enseña que, si permanecemos en Él, llevaremos mucho fruto y todo lo que pidamos nos será concedido.
Hoy te invito a reflexionar: ¿estás valorando tu relación con el Espíritu Santo? Tómate un momento para evaluar si estás verdaderamente conectado con la vid. Habla con Dios y pídele que te ayude a dar frutos que glorifiquen su nombre.
Por: Andrea Ovando