Todos queremos tener buenas relaciones, pero estas no se encuentran terminadas si no se construyen. Es decir, en la familia, las amistades, la pareja o cualquier otro ámbito en el que quieras tener buenas relaciones deberás hacerlas florecer. No importa cuán espiritual seas, hay cosas que Dios no hará por ti. Él puede crear oportunidades para que conozcamos personas, rodearnos de buenas personas, darnos gustos afines a alguien más, pero a nosotros nos toca construir las relaciones que decidamos tener.
Seguramente hay una cantidad ilimitada de libros y podcasts que puedan decirnos qué hacer y las habilidades que debemos formar para lograr dicho fin. En este post no mostraré la fórmula perfecta para lograrlo, pero explico tres competencias básicas (entre muchas otras) que te ayudarán a identificar y formar mejores relaciones. Quiero llamarlas un Call to Action.
La primera de ellas es la capacidad de conocerte a ti misma. Esto tiene que ver con reconocer tus virtudes, pero también las debilidades en las que debes trabajar para relacionarte mejor con otros. Saber cuál es para ti la mejor manera de afrontar el conflicto, cómo percibes amor y la forma más fácil para ti de mostrarlo, entre otras cosas. Nada de lo que vemos en nuestro entorno es extraño a lo que sucede en nuestro interior. Hablé más sobre eso en el post: “No eres tú, soy yo”.
La segunda es la reciprocidad. Ser intencional. No basta con que solo uno lo sea. Es importante saber que solo aquellos que ven el valor que tenemos merecen de él; o, como diría Jesús en una forma más drástica: “¡No arrojen sus perlas a los cerdos! Pisotearán las perlas y luego se darán vuelta y los atacarán” (Mateo 7:6). El enfoque debe ser personal, pero el esfuerzo recíproco. Una relación exitosa o desastrosa siempre tiene dos responsables. Siempre se trata de dos: el que lo hace y el que permite; el que habla y el que escucha; el que busca y el que hace tiempo. Solo recuerda que el que quiere amigos ha de mostrarse amigo.
Finalmente, la regulación emocional o el autocontrol. Esto nos ayudará a tener reacciones acordes a lo que sucede a nuestro alrededor; es decir, reaccionar cuando la acción hacia nosotros así lo amerita y dejar pasar aquello que no merece nuestra energía. O como diría Proverbios 16:32: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”.
Hay mucho por escribir y aprender sobre relaciones, mucho que hacer y crecer en ellas. De todo corazón deseo que estos tres pequeños pasos puedan ayudarte en ese camino largo: conócete a ti misma, sé intencional con los demás observando su reciprocidad y gestiona tus emociones de tal forma que tus reacciones sean coherentes.
Por: Mónica Tello