“¡Hoy tú eres tú! ¡Eso es más cierto que cierto! ¡No hay nadie vivo que sea más tú que tú!”
– Dr. Seuss
¿Cuántas veces habremos dejado pasar por alto la esencia que nos caracteriza? Y es que el reto jamás fue ser diferentes, sino ser nosotras mismas. Cada una fue diseñada de manera distinta para que con nuestras cualidades y detalles fuéramos amadas sin medida por Dios.
El valor que nos coloca el mundo no es el que Dios tiene para nosotras. Puede que nos perdamos en el camino por apariencias, por tratar de encajar en el molde que los demás nos presentan, pero pensemos ¿qué quiere Dios de nosotras?
Nuestro propósito está en manos de nuestro Padre quien busca siempre lo mejor para cada una de sus hijas. Lo podemos leer en Proverbios 31:30: Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
El anterior verso se refiere a la hermosura de un modo vacío, y si te pones a pensar, todo en este mundo tiene su periodo de expiración. Llegará el momento en el que creceremos y dejaremos la “hermosura” atrás, pero lo que si es eterno es el amor de Dios.
Invito a todas a prepararnos con esta mentalidad; preparemos nuestro cuerpo, involucremos nuestros pensamientos, dediquemos nuestras palabras para servirle a Él, que nos creó a Su imagen y semejanza, Él que nos ama sin condición.