Una de las situaciones más difíciles por las que he pasado durante toda mi vida ha sido el poder hablar normal o con regularidad con mi papá; quiero aclarar que cuando era niño, mi papá era un ser amoroso. Tal vez por motivos de trabajo no lo miraba tan seguido y, por ende, la relación con mi mamá siempre fue más cercana.
Cuando llevaba 3 años siendo líder, lastimosamente mis papás se divorciaron y lo más duro de todo fue darme cuenta de que mi papá tomó la decisión de no hablarnos y no tener ningún contacto con nosotros, algo que en su tiempo me dolió y me lastimó mucho.
Por la decisión que él tomó, pues procedí a seguir con mi vida, pensando que todo iba a estar bien, pero todo cambió una noche del 2020, cuando experimenté un miedo hacia el futuro y un miedo a si de verdad estaba siendo un buen “hombre” o no. Todas estas dudas en mi cabeza y la falta de mi figura paterna me hicieron hacer la oración más sincera y reclamándole a Dios: “Por qué, si estaba haciendo las cosas bien, no tenía ese padre que tanto me hacía falta, por qué no podía escuchar ese consejo o esas palabras que tanto necesitaba escuchar”, salí a tomar aire al balcón de mi habitación y fue ahí cuando Dios me habló y me hizo leer el siguiente versículo:
Salmos 27:10 (NTV): Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca.
Terminando de leer el versículo estaba, cuando en mi corazón entró una tranquilidad y una paz que nunca he experimentado, cuando escuché una voz que me decía: “Te pondré a las personas correctas, para que te ayuden en esas áreas que un papá ayuda a su hijo”. Voy a ser bien sincero: a mí se me olvidó esta palabra hasta hace unos días.
El Día del Padre se celebra en Guatemala el 17 de junio y yo quería, anhelaba pasar tiempo con mi papá, pues, como mencioné antes, eso es algo imposible de realizar y la verdad me puse de bajón un día antes de ese día. Le dije a Dios en oración: “Tal vez mi papá de la tierra no quiere pasar tiempo junto a mí ese día, pero yo sé que tú no me has abandonado”. En ese momento, varios recuerdos y charlas que he tenido con personas que Dios me puso después del 2020, se me vinieron a la mente.
Las primeras personas que se me vinieron a la mente fueron mis líderes Rodrigo Herrera y Jorge Pappa (tal vez no son tan conocidos), pero Dios los puso en mi vida como esas figuras paternas a las cuales pedirles consejos y direcciones. Y aunque a veces no me gusta lo que me dicen, lo acepto, porque sé que estas dos maravillosas personas, Dios me permitió conocerlas para que pueda pedir ayuda cuando mi mente o mi corazón no saben qué hacer.
Las otras personas que se me vinieron a la mente fueron Diego Yalibat, Miguel (Miguelón), Andy Burgos y Luis Túchez. Estas personas me impulsaron a hacer deporte nuevamente, a experimentar el ser mejor cada día. Cada momento que comparto con ellos en estas actividades, siento como que si lo estuviera haciendo con mi papá. ¡Por último, pensé en Vic (de cariño le digo papá Vic) porque con él he sido bien sincero y cada vez que le he pedido ayuda, siempre me ayuda! ¡En lo que sea!
En fin, tal vez mi papá no me quiere y no desea compartir tiempo conmigo, y es algo que ya acepté. Si Dios me lo permite, algún día volveremos a compartir, pero mientras ese momento llega, Dios me dio a todas estas personas, que sin ellos saberlo (hasta el día de hoy) los aprecio, los escucho y los admiro tanto como un hijo a su padre.
¡Si tú, al igual que yo, estás pasando lo mismo! ¡Hazle a Dios la oración más sincera que puedas y verás cómo Dios pone en tu vida personas que te ayudarán a completar esa figura paterna! Y sobre todo, nunca olvides que Dios también puede y quiere ser tu padre.
¡Un abrazo!
Por: Cesar Arriaza