En un blog previo señalé algunas alertas que caracterizan a una secta, entre ellas la anulación de la voluntad, la escasa o nula rendición de cuentas y el autoritarismo. Si no han leído la primera parte, les invito a leerla para comprender de mejor manera todo el mensaje. Sin más preámbulo, continuemos con el tema.
“Títulos” para ganar credibilidad
A veces caemos en el engaño de pensar que si alguien ostenta un título, ya se graduó de la vida cristiana piadosa. De hecho, es todo lo contrario; en el ministerio, ostentar un título es sinónimo de una responsabilidad mayor.
Advierta cuando alguien se enfoque mucho en el título que tiene, ya sea pastor, apóstol, profeta, teólogo o cualquier otro, peor aún si alguien se autodenomina algo sin realizar esa función. La importancia no radica en el título que se ostenta, sino en la función que se realiza y lo que motiva dicha función.
El apóstol Pablo enseñó que es Dios quien llama a las personas y les confiere un título, pero no solo porque sí, sino para realizar una función, una obra. Y esta función sirve para un motivo aún más importante, que es edificar el cuerpo de Cristo, según narra en el libro de Efesios 4:11-13 (RVR1960): Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Enseñanzas que buscan afianzar y engrandecer la imagen de alguien
Debemos tener cuidado si las enseñanzas que escuchamos y que damos giran en torno a engrandecer la imagen de una persona. No somos superhombres compartiendo un mensaje. Somos vasijas de barro que, por la gracia de Dios, tenemos la oportunidad de compartir las buenas nuevas del Evangelio. La gente no se va a salvar porque nosotros tengamos muchas habilidades o características positivas; se va a salvar cuando acepten que necesita a Jesús en sus vidas y lo reconozcan como Señor y Salvador.
Está bien usar un testimonio como apoyo de una enseñanza. Pero tengamos cuidado de que todo gire en torno a una persona que no sea Cristo. En Hechos 4:12 (RVR1960), leemos: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces, podemos admirar a las personas y estar agradecidos con ellas, pero que nuestra confianza permanezca siempre en Jesús.
Abusos de cualquier tipo
La Iglesia es un refugio, no un campo de concentración. En la Iglesia debemos encontrar restauración, perdón, humildad, misericordia y sobre todo amor. Porque esto es lo que representamos: a un Dios de amor. Y en el amor no hay abusos de ningún tipo.
Ningún tipo de abuso debe ser tolerado dentro de la Iglesia, aunque somos susceptibles de cometer errores, por supuesto que sí, somos imperfectos, pero el abuso es completamente diferente, este conlleva una intención, existe dolo al realizarlo, y muchas veces, hasta una planeación.
Si estás viviendo un abuso o fuiste víctima de uno dentro de la Iglesia, ve a las autoridades competentes, ya sea dentro o fuera de tu iglesia. No le estás fallando a Dios al hacerlo; de hecho, todo lo contrario: estás ayudando a construir la Iglesia que Jesús quiere encontrar al regresar. Cito nuevamente el mensaje de Pablo, en Efesios 5:27 (TLA): Cristo quiso regalarse a sí mismo una iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni mancha, ni nada parecido.
Además de esto, recuerda que si has pasado por un abuso, lo que viviste no fue la voluntad de Dios. Simplemente fue la maldad de una persona con una clara ausencia del Señor en su corazón, lastimosamente, manifestándose dentro de la iglesia.
Recuerda que en Dios puedes encontrar el apoyo, la esperanza, la justicia y la restauración que necesita tu alma. Salmos 34:18 (NTV) dice: El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. Y en el Salmos 103:6 (NTV), remarca: Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.
Estas son las principales alertas que pude identificar; seguramente hay más y todas deben ser consideradas. Después de leer esto, es importante hacernos la siguiente pregunta:
¿Cuál debe ser nuestro comportamiento como cristianos?
Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. Efesios 4:1-2 (RVR1960).
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. Colosenses 3:12-14 (RVR1960).
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”. Romanos 12:9-10 (RVR1960).
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. Filipenses 2:3-4 (RVR1960).
Estos versículos serán de ayuda para filtrar nuestro comportamiento en nuestro diario vivir. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe en todo momento y que seamos dignos representantes del amor de Dios aquí en la tierra.
Finalmente, les comparto una frase de Paul David Tripp, en su libro “El llamamiento peligroso” y que me ha servido de brújula para recordar en todo momento nuestra misión: “Fuimos llamados a pastorear personas, a caminar, vivir, apoyar y sufrir con ellas. Somos llamados a ser embajadores de Cristo, a ser la mirada en Su cara, el toque en Su mano y el tono de Su voz. Fuimos llamados a hacer visible a un Cristo invisible en la vida de las demás personas”.
Referencias
Tripp, Paul (2013). El llamamiento peligroso. Publicaciones Faro de Gracia. Localizado el 14|04|2025 en: https://cuidadopastoral.wordpress.com/wp-content/uploads/2019/11/paul-david-tripp-llamamiento-peligroso.pdf
Por Diego Herrera