Recientemente, junto a mi esposa vimos un documental llamado: La oscuridad de La Luz del mundo en Netflix. Pocas veces había quedado tan aterrorizado con un documental.
Definitivamente, no quiero hacer spoiler de qué trata, pero a grandes rasgos narra los abusos que una iglesia realizaba (más que una iglesia le llamaría una secta) y de cómo estos abusos afectaron gravemente la vida de muchas personas. Si pueden véanlo, solo les hago la firme aclaración de que sí es bastante desgarrador.
A raíz de este documental me puse a pensar cómo uno puede evitar que esto suceda. Partamos que la iglesia llamada “La luz el mundo” se describe de la siguiente manera: Fundados en la fe de nuestro Salvador Jesucristo, estamos formados por congregaciones de creyentes que han aceptado libre y voluntariamente el evangelio de Cristo. Profesamos los valores espirituales que nos enseñan a amar a Dios y a nuestro prójimo, a través de acciones altruistas y caritativas que siguen la enseñanza y ejemplo de Cristo Jesús. Uno lee esto y hasta dan ganas de asistir y ser parte de esa iglesia.
El problema no es lo que se comunica, el problema es la incongruencia entre lo que se dice profesar y las acciones que se realizan tanto en la vida pública, como en la vida privada. Ninguna secta, parece serlo al momento de captar adeptos. De hecho, parecen todo lo contrario: comunidades saludables de gente buena.
A continuación, voy a desglosar una serie de alertas que nos van a ayudar a identificar conductas sectarias y dejo pendiente unas más para otro blog respecto al tema:
Anulación de tu voluntad
La voluntad, esa capacidad de una persona de tomar decisiones y organizar su propia conducta de acuerdo con los objetivos que se ha trazado. Nadie tiene derecho a anular tu voluntad o menospreciarla. Esto no quiere decir que podemos hacer lo que queramos en la vida, cada acción que realizamos siempre tendrá una consecuencia. Pero nadie debería decidir por nosotros cómo vivir nuestra vida. La gente puede aconsejarnos, acompañarnos en proceso difíciles, guiarnos a encontrar sabiduría a través de las Escrituras, pero de eso a la anulación completa de la voluntad existe un abismo de distancia.
Es necesario que haga un disclaimer en este punto en el siguiente versículo de Lucas 22:42 (RVR1960): “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Ni siquiera Dios, siendo Dios, se atrevió a anular la voluntad de alguien, en este caso Su hijo. Jesús voluntariamente tomó la decisión de rendir Su propia voluntad a la de Su padre. En la vida cristiana muchas veces vamos a tener que hacer esto: rendir nuestra voluntad hacía la de Dios, pero incluso esto es una decisión que nosotros debemos tomar.
La voluntad de una persona es tan sagrada, que Dios mismo la respeta. Sin esta capacidad de poder tomar una decisión ¿Cómo podríamos mostrar nuestro amor al Señor? Sería imposible poder hacerlo. ¡Hagamos respetar nuestra voluntad y respetemos la voluntad de los demás!
Escasa o nula rendición de cuentas
Nadie es lo suficientemente grande en el ministerio como para no rendir cuentas. De hecho, funciona completamente al revés, la rendición de cuentas es una muestra de madurez espiritual. ¿Qué pasa cuando no queremos rendir cuentas a alguien? Es muy probable que queramos ocultar la falta que estamos realizando. Las Escrituras son muy claras respecto a este tema: “El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia”. Proverbios 28:13
No se vale decir: “Yo le rindo cuentas solo a Dios”. Esto más que una muestra de madurez espiritual es una evidencia clara de orgullo disfrazado de espiritualidad. Jesús, siendo el hijo de Dios, rindió cuentas a Sus padres mientras estuvo bajo su cuidado.
“Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales restauradle con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Gálatas 6:1-2 (RVR1960).
La rendición de cuentas busca el apoyo mutuo en las luchas que se están sobrellevando y tiene como enfoque encontrar la restauración. La rendición de cuentas ayuda a mantenernos en una condición espiritual saludable y apegada a los estándares que la Biblia nos enseña.
Autoritarismo
Nuestra máxima autoridad moral y de conducta como cristianos no son las enseñanzas o consejos de una persona, es la Biblia. Nuestra vida debe girar en torno a lo que las Escrituras nos enseñan. Cada instrucción que recibimos debe ser filtrada a la luz de la Palabra. No, esto no es ser rebelde, es reconocer el señorío del Señor en nuestra vida.
Frases como: “Esa es mi voluntad”, “la palabra dice eso, pero yo considero que…”. “Se hace eso porque yo digo”. “No deben cuestionarme porque soy la autoridad”. Tengamos cuidado al escucharlas y también de no llegar a decirlas. La Iglesia no es un régimen autoritario en donde se debe realizar la voluntad de una persona, somos una comunidad que busca cumplir la voluntad del Señor.
2 Timoteo 3:16-17 (RVR1960) dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.
Si creemos que verdaderamente Dios inspiró todas las Escrituras, le daremos el peso que merece en nuestra vida y la tomaremos como fundamento y brújula moral de nuestra vida. Esa va a ser la manera más saludable de conducirnos en nuestra vida cristiana, teniendo la Biblia como máxima autoridad en todo momento.
Continuaremos la segunda parte de este tema la siguiente semana…
Por: Diego Herrera