Hace unos días estábamos decorando una de las áreas de la casa con mi esposa (por cierto, ya desbloqueé ese nivel de señorismo: me emociona comprar cosas para el hogar). El punto es que compramos una plantita que no es natural y se ve increíble. Días después me acerqué a la planta y dije: “se ve tan real, pero no lo es”. No importaba que tan bien se miraba, que tan real pareciera, jamás iba a poder generar oxígeno y crear otras nuevas plantas. Y me puse a pensar que a veces en la vida pasa lo mismo, nos encontramos con circunstancias o personas así o nosotros mismos también somos así.
Esto que nos pasó con la planta nos puede suceder en varias circunstancias, incluso relaciones y también a nosotros mismos: hay cosas, circunstancias y personas que se ven de una forma, pero son de otra totalmente diferente. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase: “él no era así”? Y quizá siempre lo fue, solo que no nos habíamos dado cuenta.
Jesús experimentó una situación similar cuando se encontraba camino a la ciudad de Jerusalén, tuvo hambre y vio una higuera, se llevó la sorpresa que cuando se acercó a comer, el árbol solo tenía hojas, pero no higos. Entonces el maestro maldijo la higuera y el árbol se secó por completo (Mateo 21:18-19). ¿Qué fue lo que molestó a Jesús? Muchas veces me he quedado pensando en esta pregunta. Creo que tal vez le molestó que algo tuviese una apariencia y en la realidad fuese otra cosa. Al rato se sintió burlado por la higuera o engañado por ella.
¿Vivimos de la apariencia o de lo que realmente somos? Porque en este tiempo es fácil aparentar muchas cosas, incluso ahora con las redes sociales. Podemos aparentar que tenemos un estilo de vida, nuestro estado de ánimo, incluso nuestra espiritualidad.
Recuerdo que estábamos con un grupo de amigos en una reunión y para romper el hielo alguien empezó a hacer preguntas y una de ellas era: ¿Si éramos dormilones o no? Y la gente empezó a contestar: que sí duermen mucho, otros que no, que madrugan siempre, otros hablaron de que les cuesta conciliar el sueño y vino una persona que dijo: “yo no duermo, yo descanso en el Señor”, me recuerdo que volteé a ver a mi esposa y torcí los ojos para arriba (ya saben cómo). Y no me mal interpreten, entiendo que hay una verdad bíblica detrás de descansar en el Señor y deseo de todo corazón hacerlo cada día más, pero yo estaba seguro de que esa persona solo lo decía para verse más espiritual que el resto.
Creo que después de estos ejemplos quizá he podido trasmitir cuál es mi punto: abracemos nuestra realidad, incluso si no nos gusta. No queramos trasmitir algo que no somos. Claro que podemos transformar muchas cosas y áreas de nuestra vida, pero siempre el primer paso será reconocer en donde nos encontramos parados el día de hoy. El autoengaño no es el camino, cuando hacemos esto, solo nos quedamos dando vueltas en círculos y no avanzamos hacia ningún lado.
Seamos sinceros y pensemos si estamos tratando de aparentar algo que no somos, gastamos tanta energía en esto y solo acarrea frustración para nosotros mismos y para la gente que nos rodea.
Dios te ama como eres, no como pretendes ser, claro que Él puede transformarnos y llevarnos a nuestra mejor versión, pero solo es posible cuando abrazamos nuestra realidad. Dejemos de trabajar en nuestras hojas, tratando de aparentar un fruto que no existe, mejor vivamos el proceso adecuado para darle frutos de nuestra vida a Jesús.
Por: Diego Herrera