Kabôd, expresión hebrea de donde se deriva honra. El significado bíblico de la honra implica alabar y estimar a través de la obediencia, el respeto, la admiración y la retribución. Hablemos específicamente de la honra a Dios y a nuestros padres. “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa”, dice Efesios 6:2.
En los años que tengo de conocer a Jesús y haberlo aceptado como mi Señor y Salvador, se han presentado muchas situaciones en las que, si el Espíritu Santo no estuviera conmigo y yo no hubiera obedecido a Dios, ahora no estuviera contando esta historia. Las promesas son otorgadas con amor y recompensa de parte de los cielos por medio de la obediencia. “Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre”, dice Deuteronomio 28:2 (NVI)
Me he enfrentado a gigantes espirituales en donde la obediencia a mis padres, y el respeto y temor a Dios, me han salvado de estar en peligro. Estuve expuesta a amigos que, sin ellos saberlo, el diablo los estaba usando para hundirme y destruir mi identidad. Tuve un período de depresión en el que pensamientos de muerte pasaron por mi mente, pero lo único que detuvo esos pensamientos fue que, por honrar las enseñanzas de mi mamá, yo oraba por las personas que me lastimaban; hasta que Dios me sacó de ese lugar. Honrar no solo es reconocer en público, sino también en secreto.
También he tenido luchas internas emocionales por sacrificios que decidí hacer por honrar el esfuerzo de mis papás: la admiración y retribución por todo lo que han hecho y de lo que me han provisto. Creo que este no es el ejemplo de padres que todos tenemos, pero quiero hacer énfasis en que la honra se otorga desde un corazón agradecido por lo bueno y por lo malo que nos sucede. El ejemplo de Jesús es perfecto: la honra que Él otorgó a María y a José aun sin ser José su padre biológico. La obediencia de Jesús hacia Dios a pesar de saber que iba a sufrir por cumplir con su mandato es el ejemplo de honra perfecto. La honra a nuestros padres, siendo ellos puestos por Dios como nuestra autoridad, no es negociable; y honrarlos es también honrar a Dios.
Dios recompensa todas nuestras acciones de honra hacia Él y hacia nuestros padres cuando lo hacemos con un corazón correcto. No importa la edad que tengamos, nunca es tarde para honrar a nuestros padres y de la misma manera a Dios. ¿Cómo podemos honrar? Con nuestro comportamiento, educación y trato social con los demás; con las conversaciones que sostenemos, con el respeto que demostramos, con las muestras de agradecimiento. Estos son algunos actos de honra que a diario podemos llevar a cabo. Vivir y construir una cultura de honra también es parte de llevar una cultura de adoración.
Por: Cristina Escobar