El año pasado decidí pasar las fiestas navideñas lejos de mis papás y mis hermanos, y viajé sola. Estar lejos siempre toca mi corazón porque es de los pocos momentos en el año cuando todos a quienes amo están en un mismo lugar. Acostumbro siempre a entregar el año nuevo con una oración de agradecimiento y esta vez me fui a orar a la playa.
Hay algo del mar y la arena que me encantan. La infinidad de granitos de arena y la magnitud del mar me recuerdan que cada uno de nosotros somos algo tan pequeño en el mundo, pero que aun así Dios se toma el tiempo para encontrarnos y personalizar nuestro camino. Ya era casi la medianoche cuando empecé a orar y agradecer, y casi lo último que dije fue: “Dios, ¿sabes qué? Conviérteme en la mujer que necesito ser para mi futuro”. Terminé de orar y regresé a donde se estaba celebrando el nuevo año.
Esa frase casi al final —que en el momento fue un agregado espontáneo a mi oración— fue clave para todo lo que viví en 2023. En ningún momento del año me recordé de mis palabras de ese día hasta que, en una conversación incómoda con Dios hace un mes, preguntándole por qué me había quitado tantas cosas y por qué yo estaba en el lugar en el que estaba, Él me recordó lo que yo misma pedí.
Me he dado cuenta de que las cosas por las que pedimos son específicas y concentramos nuestra espera en lo que necesitamos o queremos que se mueva, pero quiero recordarte que a Dios ni una palabra de lo que le pedimos se le escapa. Mientras estás en un proceso de espera, Él obra hasta por lo más irrelevante para ti entre lo que le pediste, porque para Él todo es importante. “Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados”, dice Proverbios 16:3.
Durante todo el año Dios fue quitando y añadiendo personas, moldeando mi carácter, descubriendo y sanando hábitos y mil cosas más que poco a poco me hicieron crecer en todos los ámbitos de mi vida. Con esto quiero invitarte a que cuides y cultives tu intimidad con el Padre. Mientras más conversaciones tengas con Él, más le mostrarás tu corazón y le permitirás escuchar tus oraciones, incluso aquellas que tú puedas considerar “sin mayor importancia”.
Sobre todo, busca hacer todo como si fuera para Dios porque estoy segura de que lo que viene en 2024, si tenemos a Dios involucrado en la ecuación, obrará todo para bien. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres”, dice Colosenses 3:23.
Por: Cristina Escobar