¿Recuerdas cuando eras adolescente? Tu mundo se venía abajo cuando no podías tener el teléfono o los zapatos que todos tenían. También sucedía lo mismo cuando el chico o chica que te gustaba no te hablaba o cuando no te daban dinero para comprar en la tienda. ¡No me pregunten cómo le hacía para ganar todas mis clases y a la vez y ver televisión toda la tarde! Tenía tantas ganas de “ser grande”, de “crecer”, de ser “independiente” sin saber lo que significaba eso.
Cuando terminé el colegio, empecé a trabajar… ¡y ahí sí que sabemos lo que es la vida! Trabajé medio tiempo y estudié toda mi carrera universitaria; cuando ya trabajé tiempo completo y seguía estudiando, había días que estaba muy cansada. Sinceramente, muchas veces tenía ganas de no ir a mi discipulado o AL grupo de amistad (por supuesto, eso solo a mí me ha pasado). Y ahí me di cuenta de que la vida no es tan fácil como uno se imagina. Empiezan las dificultades de la vida, problemas en la universidad (no están tus papás para que aboguen por ti), en el trabajo sabes que te pueden despedir y que hay jefes muy exigentes. ¡Pero ahí vas! Cada día decidiendo tener la mejor actitud.
¡Me casé y empecé a vivir los mejores años de mi vida! Siempre lo digo, pero mi esposo es maravilloso. Aunque casi todo ha sido hermoso, también hemos vivido los momentos más duros de nuestra vida. Te puedo enumerar muchas circunstancias difíciles a tal punto que todavía se me llenan los ojos de lágrimas, pero a pesar de todo lo duro, mi conclusión es que Dios ha sido bueno. Hemos decidido ser felices: no tenemos todo lo que anhelamos y no sabemos si lo tendremos algún día. Hemos tenido pérdidas muy duras que todavía nos duelen, pero seguimos con la mirada en alto. Y en las circunstancias más difíciles de la vida decidimos ser felices. No somos felices por lo que tenemos o no tenemos, sino porque Dios sigue siendo bueno con nosotros.
Puede que estés viviendo una situación muy dura a la que no le veas la felicidad en nada, pero cambia tu forma de ver las cosas. Empieza a ver a tu alrededor, todas las bendiciones que Dios te ha dado, y mira las cosas buenas: tienes vida, amigos, alimento, ropa, entre otras. Talvez no es todo lo que soñamos tener, pero cada día debemos luchar y seguir creyendo en Dios por más. Y, sobre todo, con la mejor actitud y decidiendo ser feliz.
“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”, dice Filipenses 4:4-8 (NVI)
Por: Raquel Alvizuris Rendón