Últimamente he escuchado mucho esta frase: “Jesús nunca opino de política”, o “Dios y la política no se mezclan”. Me di a la tarea de buscar en la Biblia una respuesta. Al final, ¿en qué otro lugar podemos encontrar luz en nuestro caminar diario, sino es en las Sagradas Escrituras?
Antes de escudriñar las Biblia establezcamos una definición importante: ¿qué es la política? Wikipedia la define así: “el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus”.
Ahora veamos qué relación pudo tener Jesús con la política. Empecemos desde su nacimiento.
Jesús amenaza el orden establecido
Mateo 2:16 (NVI)
Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios.
Apenas acababa de nacer Jesús y ya estaba incomodando a quienes ostentaban el poder en su época. Y cómo no iba a hacerlo, si cuando se referían a Él lo hacían con el título de “rey de los judíos”. Cualquiera podía concluir que, si estaba naciendo un rey, iba a tratar de reinar sobre el imperio que ya estaba establecido; en este caso, el Imperio romano. El poder tiene algo en particular: a los que lo tienen no les gusta compartirlo. Solo así se puede entender un poco la reacción de furia desmedida de Herodes.
Una de las declaraciones más confrontativas de Jesús
Mateo 12:15-17
Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.
Mucha gente piensa que cuando Jesús dijo “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” fue evasivo. Pero al adentrarnos en el contexto de la historia fue todo lo contrario. Partamos del hecho de que los fariseos y los herodianos estaban tratando de tenderle una trampa, pues ¿quién, en su sano juicio, iba a emitir declaraciones en contra del tributo al Imperio romano? Jesús empezó la frase reconociendo un reinado terrenal, pero la terminó reconociendo otro reinado: uno celestial. No niega nuestros deberes cívicos en la tierra, pero los pone a la misma altura de nuestros deberes ante el reino que Él vino a establecer.
En pocas palabras, exhortó a que cumplieran dentro de la sociedad, pero que no se olvidasen del reino de Su Padre.
Reprensión en contra de los gobernantes
Mateo 20:25-27 (NVI)
Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás.
Jesús usó a los gobernantes de su época como ejemplo negativo cuando les daba una enseñanza a Sus discípulos acerca del servicio. Les señaló a los que ostentaban el poder el camino por el que debían transitar: el camino del servicio, y no el del abuso de poder.
Podemos intuir que al declarar respecto al tributo fue más cauteloso, pero esta otra sentencia acerca del servicio la emitió clara y explícitamente. Jesús no temía en dar su opinión cuando era necesario.
Jesús y el dilema de ser rey
Juan 6:14-15
Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
Cuando la gente vio a Jesús hacer el milagro de los panes y peces quisieron hacerle rey y Él huyó. Cualquier otra persona hubiera hecho lo contrario. ¿Quién no hubiese querido reinar en aquella época? Pero Jesús tenía la mirada firme en Su propósito y decidió ir al monte a orar. Él entendía que en ese momento iba a hacer una diferencia más significativa orando que reinando.
Influenció en la política hasta en Sus últimos momentos
Lucas 23:12
Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato. Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
En este momento igual que cuando nació, no tuvo que hacer nada para influenciar en la política y a los gobernantes de su época. Herodes y Pilato estaban enemistados, pero con tal de acabar con lo que les parecía una amenaza, se hicieron amigos. Jesús, con Su sola presencia, influía en su entorno, y esto incumbe también al acontecer político.
Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas
Jesús no participó en política, pero sí influyo en ella. Y lo hizo con la mirada puesta en el reino que venía a establecer. Desde que nació tuvo influencia en quienes ostentaban el poder hasta el último día de Su vida. El maestro no pasó desapercibido en ninguna rama de la sociedad, incluyendo la política. Pero entendía que Su batalla no era por algún trono perecedero, sino por establecer un reino eterno.
La política es cambiante, pero el reino de Dios es eterno y eso Cristo lo tenía muy claro. El Imperio romano se acabó, pero el reino de Dios sigue estableciéndose y continúa haciéndolo hasta la eternidad. Como cristianos estamos llamados a influir en todas las ramas de una sociedad, pero que esto no nos haga desviar la mirada de las cosas eternas (2 Corintios 4:18).
¿Un cristiano puede opinar y participar en política? Por supuesto que puede hacerlo, pero siempre con el corazón cimentado y enfocado en el reino eterno de Dios y no en el de los hombres.
Por: Diego Herrera