¿Recuerdan el momento icónico cuando Kim Kardashian perdió su arete de diamante que valía US $75,000 en el mar durante sus vacaciones en Bora Bora? Creo que eso le dolería a cualquiera. Pienso en cuántas curiosidades se han sumergido hasta el fondo del mar para nunca más ser vistos.
La Tierra está compuesta por el 71% de océanos, de los cuales solo hemos explorado el 5%. Se cree que más de un tercio de las especies que habitan el mar no han sido descubiertas y que la zona más profunda ronda los 11 mil metros de profundidad, es similar a la altura a la que vuelan los aviones comerciales.
De acuerdo con Miqueas 7:19 (NTV), Dios aplastará nuestros pecados bajo sus pies y los arrojará a las profundidades del océano. Entonces ¿por qué insistimos en recordarlos una y otra vez si el Padre ya se hizo cargo de ellos?
¿Qué significa pecar?
En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra griega Hamartia que se entiende como perder la marca o errar. Esto se refiere a que “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Pero la Biblia, en Santiago 4:17 (DHH), también dice: “El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado”.
¿Qué hacer cuando hemos pecado? Nuestra solución tiene nombre: Jesús.
En la Biblia no vemos a nadie que encontrara paz apartándose de Dios después de pecar, todos aquellos que alcanzaron gracia fueron los que se aproximaron a Él con la libertad de hijos. Ellos buscaron el perdón en Sus manos.
Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Romanos 6:23 (NVI)
Deja de huir y reconoce que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Después de todo, como dice en Proverbios 28:13: “el que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.
Vida después del pecado
Una vez hayas recibido el perdón de parte de Dios, camina en gratitud y no vuelvas atrás. Tus acciones, pensamientos y palabras deben de dar fruto de renovación espiritual.
No vivamos cometiendo los mismos errores en rebeldía solo porque sabemos que Dios nos perdona. Nuestra vida debe reflejar Su perdón, pero también debe ser imagen de redención. Sin embargo, aprendamos del Hijo: perdonemos. Juan 8:10-11 (NTV) dice: “Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: —¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más”.
Por: Daniela Quintero de Ardón